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Anoche, o quizás esta madrugada, sentada en el porche de su
casa de San Bartolo, la Brujita Adriana, se nos fue.
Quiero pensar que no te fue esquivo el aire de ese paisaje
que tanto querías, para que el asma te ganara esa última batalla.
Quiero creer, que sentada en con los pies apoyados en la
luna – como la de tu imagen del facebook-, saltaste una vez más para agarrarte
a esas compensaciones que fabricabas con las pequeñas cosas que tu entusiasmo
agigantaban: una luna, un aroma, o una flor que brotaba de tu jardín. Saltaste
para ser por siempre, un consuelo en el paisaje de nuestras vidas efímeras.
Quisiera creer que existirá esa parada obligada en los
techitos verdes de su puesto de la calle Fernández Crespo, para pelarnos
hablando de política o para reconciliarnos hablando de la vida y las
esperanzas. No eras una bruja común, eras como te identificabas, una bruja roja
y negra. El miércoles pasado en la concentración de plaza Libertad por
Venezuela, estabas allí, como debía ser.
Arriba los que luchan.
Raúl Olivera
28/02/14
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