viernes, 21 de diciembre de 2001

¿ES MENTIRA, LA VERDAD?

Publicado en el Semanario Brecha el 21/12/2001

Días pasados, nos vimos sorprendidos por las manifestaciones, del Senador José Mújica, en el semanario Búsqueda.
En dicho reportaje el Senador Mújica, repite la palabra ODIO, al menos 7 veces. No voy a ocuparme en extenso, de ese aspecto, que el reporteado califica de “posición filosófica”. Solo es mi intención recordar una frase que aprendimos desde la escuela: “LOS ORIENTALES JURAMOS UN ODIO ETERNO A TODA FORMA DE TIRANÍA”. No sólo nos enseñaron que había que ODIAR, sino que ese odio debía ser ETERNO.
De ahí que resulta incomprensible su afirmación de que él “tiene objetivos políticos, no odio”. La mencionada frase, entre muchas que nos enseñaron, es una de las que tiene un contenido político en su sentido más fuerte e imperativo.
Odiamos la pobreza, odiamos la injusticia, odiamos la opresión, odiamos el terrorismo, odiamos la falta de libertad, odiamos la violación, odiamos la discriminación, la desaparición, la tortura, los asesinatos, etc, etc. Pero todas esas cosas – seguramente la lista puede ser interminable -, no son cosas abstractas, todas ellas tienen hombres y mujeres que las cometen, que las hacen posible. Es entonces, muy difícil pensar que “uno anda por una vereda y otro anda por otra vereda y eso es lo que se puede aspirar en esta realidad”. La política con su sentido fuerte de acción para el cambio, no es conformista y aspira justamente que quienes cometieron y cometen tan brutales crímenes, no tengan su propia vereda, por aquello de que todos los ciudadanos deben ser iguales.
La tiranía que vivieron los Orientales, mediante la aplicación del terrorismo de Estado, mereció un odio eterno de aquellos que con objetivos políticos la enfrentaron.
Los efectos de esa tiranía que aun hoy se aplican, negando, por ejemplo que una madre pueda saber que paso con su hijo, no debe generarnos mas que ese sentimiento a que alude la celebre fase. Y sobre todo, porque allí no hay lugar para la abstracción: tenemos sus nombres y apellidos.
Pero nuestra sorpresa principal, pasaba por otro lado. El senador Mújica, remite su posición a “la correlación de fuerzas que tiene este país”. Dicho en otras palabras, si hubiera otra correlación de fuerzas, se impondrían otras soluciones: Por ejemplo se aplicaría como corresponde la ley que aprobó la Convención sobre desaparición Forzada, o aquella contra la tortura, o aquella otra relativa a los delitos de lesa humanidad, o se respetaría la Constitución que dice que todos somos iguales ante la ley.
Mújica desde su bancada en el senado, al parecer, vota leyes, aprueba Códigos, aprueba Convenios Internacionales, para cuando exista otra “correlación de fuerzas”. Sólo así se explica, que ocupe el cargo de legislador, y afirmar que “nunca creí en la justicia”, y que ella es “relativa”. La Ley 16.724 en su artículo 1, apartado a) dice que los Estados partes (Uruguay lo es) se comprometen a “Sancionar en el ámbito de su jurisdicción a los autores, cómplices y encubridores del delito de desaparición...”. No encontré, en el resto de los artículos la reserva que remitiera este mandato obligatorio para el Uruguay, a la relatividad de una “correlación de fuerzas”.
Admito que todas las leyes, no son justas. También, que hacer justicia, no es sólo aplicar las leyes, desde el punto de vista filosófico. Pero en el caso de las violaciones a los derechos humanos cometidas con desaparición forzada, nadie se plantea una discusión filosófica. Estamos en este aspecto sí, viendo aspectos “prácticos” que tienen que ver y saber si las instituciones de Estado actúan según sus obligaciones y deberes, o si acceden a la “transacción”, por la cual los militares soplaran al oído (de algunos) lo que tengan ganas de decir, a cambio de continuar siendo impunes a la justicia y a la verdad.
Finalmente, el Senador antepone desde “el punto de vista práctico” la “confesión” en reserva, de los desaparecedores y asesinos, frente a la alternativa de “colocarlos arriba de la parrilla y torturarlos para que canten”. Dicho mas claramente, para saber si una persona cometió o no un delito, desde el punto de vista “práctico” hay dos métodos: que este lo “confiese” en reserva, o someterlo a torturas.
Ninguno de los miles de presos existentes en las cárceles del Uruguay, se “confeso” en reserva. No puedo afirmar que ninguno no haya sido torturado, mas bien lo contrario. Pero si es así, la cámara de senadores sería un buen lugar para empezar a denunciarlo. ¿O les pediremos que aguanten hasta que cambie la correlación de fuerzas?
Aun el crimen mas evidente y admitido por su autor en actas firmadas y certificadas ante abogados defensores, fiscales y jueces, es objeto de una reconstrucción. La verdad forense, se establece mediante toda una serie de procedimientos y rituales. Las desapariciones de personas, son un crimen. ¿Por qué entonces, escapan a ese establecimiento de la verdad?.
En nuestro país, muchas personas son asesinadas. No hemos visto que los familiares de ellos, sean consultados sobre si se puede saber los detalles de dicho crimen.
Seguramente a algunos lectores, les ha pasado que han sido robados, y los propios ladrones después le ofrecen devolverles sus cosas a cambio de una suma de dinero. Desde el punto de vista “práctico”, seguramente muchos optan por ceder y transar, pagando para que le devuelvan sus propias cosas. Otros, no tan prácticos, aun a riesgo de no recuperar nunca sus cosas, hacen la denuncia y pretenden que la sociedad quede libre de esos delincuentes.
Quienes pretendemos, con suerte aun poco clara, que se apliquen las leyes (y en ese sentido se haga justicia), no vivimos la lucha por los derechos humanos como una necesidad sujeta a una simple “correlación de fuerzas”. Es más, cuando mas desfavorables son las “correlaciones de fuerzas”, mas imprescindible es luchas por los DERECHOS.
Un último aspecto que me parece que es importante aclarar. Se infiere de las declaraciones del parlamentario, que quienes concurren ante un juzgado a radicar una denuncia contra los militares, además de tener odio que “disminuye la causa”, no tienen un “pensamiento progresista” y viven con un “sentimiento de venganza”.
El 21 de junio de 1984, poco antes que Mújica saliera de la cárcel y anunciara que “no creía en la justicia humana”, Madres y Familiares de Uruguayos Desaparecidos, le escribieron una carta al Gral. Seregni a raíz de que el ex Presidente del Frente Amplio había declarado que “...en el Uruguay no va a haber revanchas ni venganzas desde el poder político...”.
En dicha carta se le establecía la diferencia entre justicia y venganza, porque pensaban que a esa confusión “no deben adherir voces progresistas como las del Frente Amplio”.
Decía esa carta, que hoy nos parece oportuna reproducir en algunos de sus tramos: “JUSTICIA es la virtud que inclina a dar a cada uno lo que le corresponde; y en cuanto a organización de que dispone el Estado, aquella por la que reprime y castiga los delitos y dirime las diferencias de acuerdo con la ley y el derecho. Está estrechamente vinculada a la equidad, la ecuanimidad, la razón, la honradez. VENGANZA, en cambio, es la satisfacción o desquite que se toma de un agravio o daño. Un acto de hostilidad como respuesta del daño recibido; traducido al lenguaje corriente: pagar con la misma moneda”.
Mas adelante refiriéndose al perdón le expresaban los Familiares a Seregni: “Usted como víctima ha demostrado estar en actitud de perdonar. Sin perjuicio de que consideramos que el perdón supone arrepentimiento del culpable, respetamos su posición personal, pero nos permitimos cuestionar la propuesta de perdón u olvido por parte del dirigente político.
Sería ingenuo ignorar que muchas veces lo mejor no coincide con lo posible y que el camino de la política está lleno de obligadas transacciones: pero, como hemos expresado en el lema de uno de los Congresos de FEDEFAM, “LA JUSTICIA NO SE TRANSA”. Hay temas que deben esperar su oportunidad, pero no el de los derechos humanos. ¿Cómo explicar a los hijos que no podremos decirles qué fue de sus padres porque no es oportuno investigarlo?. Algunas materias son postergables y otras no, pues su envergadura no admite dilaciones ni convenios. No puede exigirse a los dañados de hoy que renuncien a la verdad y a la justicia en aras del futuro, porque, precisamente, el futuro no se edifica en forma abstracta a partir de principios, sino sobre la realidad concreta y lo que de ella hagamos”.
El juramento del odio eterno a toda forma de tiranía y de que la justicia no se transa, están en la matriz de un pensamiento verdaderamente progresista. Si no fuera así, le sacaríamos los signos de interrogación al título.

Raúl Olivera Alfaro
Integrante de la Secretaria de DD.HH del PIT/CNT y del Secretariado Ejecutivo del P.V.P.