lunes, 7 de enero de 2002

A UN AÑO DE LA MUERTE DE TOTA QUINTEROS.

SUPO ENCENDER EL AMOR
SUPO VENCER EL MIEDO
SUPO ENFRENTAR EL DOLOR
Y LO MAS IMPORTANTE
NOS HIZO CREER EN LA ESPERANZA.
( 3/8/18 – 7/1/01)
Un 7 de enero, de hace un año, fallecía Tota Quinteros. Un día después, quienes la acompañaron a su última morada, supieron expresar en variadas formas, el dolor y la bronca. Por eso, una pancarta decía: MURIÓ SIN SABER LA VERDAD.
A un año, de aquel triste momento que vivió el movimiento popular, seguimos sin saber la VERDAD.
Durante la mayoría de los 25 años en que Tota y sus compañeros, empecinadamente reclamaron por Elena Quinteros, supimos que la dictadura la había asesinado. No era esa la dimensión de la verdad que Tota reclamó hasta sus últimos instantes. El saber COMO y QUIENES materializaron la opción criminal planteada fría y burocráticamente en el “Memorando Secreto” elaborado en 1976 por Lupinacci, Álvarez y Michelín Salomón, por encargo del entonces canciller de la dictadura Juan Carlos Blanco, era la verdadera dimensión de la verdad buscada.
Tota en su larga y fecunda vida de lucha, supo recorrer los caminos mas difíciles para lograr la VERDAD y la JUSTICIA. Sabiendo que esa tarea, seguramente superaría sus años de vida, fue capaz, aun a un gran costo, de dejar marcados los caminos mas seguros y permanentes. Supo que la esperanza, no es un bien individual, sino colectivo.
Con su bastón de futuro, ha ido arreando, uno a uno, ante un Juez penal, a los autores del “Memorando Secreto”, que selló la suerte de Elena.
En su acostumbrad forma de no hacerle asco a ningún desafió, supo plasmar que la VERDAD era un DERECHO, y no una dadiva.
A partir de ese DERECHO A SABER sobre la suerte de su hija Elena, desnudo las verdadera voluntad del actual gobierno del Dr. Batlle.
Tota supo recorrer los corredores de las Naciones Unidas, transformándose de madre que reclama por su hija, en una luchadora por los Derechos Humanos. Esa luchadora social, que sin duda fue Tota, nunca fue asaltada por la preocupación de redactar una nueva legislación relativa a los Derechos Humanos; su preocupación central fue la de hacer realidad esos derechos que la comunidad universal ha proclamado en textos solemnes y que permanecen pendientes de efectividad. El Recurso de Amparo presentado por Tota, se ubico temporalmente, en la finalización del gobierno de Sanguinetti, y el comienzo del de Batlle. Tota no pudo advertir, desde su justo reclamo, la diferencia. Y esa es otra verdad, que muchos no le perdonaron, a pesar de que posteriormente se sumaron a sus homenajes póstumos.
El mundo más libre, justo y solidario que pretendía su hija Elena, no ha resultado así. Muy por el contrario de ello, las desigualdades se han acrecentado, los derechos mas elementales son sistemáticamente negados. Esa comprobación, lejos de entenderla como un fracaso, le dio más fuerza a su discurso de los derechos humanos. Continuamente nos convocaba a trasformar la realidad. Su ejemplo nos mostraba, que a los derechos no basta con incorporarlos en textos legales, sino que se requiere de acciones efectivas para su materialización. Eso lo supo hacer desde su condición de simple ciudadana.
Se dice que la impunidad perpetúa la dominación del victimario sobre la víctima, y que la justicia y la verdad otorgan, en cambio, la posibilidad de volver a escribir la historia de una sociedad, de reconstruirla de forma colectiva. La rebeldía de Tota nos legó ese desafió de derrotar esa dominación. Su ejemplo, nos será imprescindible para esa escritura y esa reconstrucción colectiva.
Que así sea, por ella y por nosotros.

Raúl Olivera.
Integrante de la Secretaria de Derechos Humanos y Políticas Sociales del PIT/CNT.