viernes, 26 de septiembre de 2008

La Escuela de Primer grado "Maestra Elena Quinteros".



Por Raul Olivera Alfaro
(Artículo publicado en el Organo de difusión interna
del PIT/CNT “Trabajo y Utopía, Semanario Brecha y Semanario Arequita de Minas Nº 558 29 de agosto de 2008)

El próximo 9 de setiembre, día en el que Elena Quinteros debía cumplir 63 años, una escuela de Montevideo llevará su nombre.
En el barrio Flor de Maroñas, - calle Marcos Salcedo 5644 entre Peteroa y Justino Jiménez de Arechaga -, un barrio de gente humilde y trabajadora en el que se encuentran enclavados varios grupos habitacionales y entre ellos muchas Cooperativas de Viviendas, se encuentra la Escuela de Primer Grado que pasara a denominarse “MAESTRA ELENA QUINTEROS”.
En un barrio, que antaño supo albergar grandes industrias como las textiles ILDU, SADIL, SUITEX, aceiteras como la TORINO, lavaderos de lana, y que supo también de la presencia de una generación de jóvenes, que como Elena, bajo la influencia del Sindicato de FUNSA enfrentaban el autoritarismo creciente de aquellos años. La Escuela Nº 181, tendrá el privilegio de ser la segunda escuela en el Uruguay que lleva el nombre de un maestro desaparecido. El 11 de noviembre de 1987, otra ley había designado a la Escuela Nº 269 de Montevideo, con el nombre de "Maestro Julio Castro.
Con esa decisión que partió del propio barrio, que las autoridades de Primaria hicieron suya, y que finalmente el Senado de la República transformó en Ley el 13 de mayo del 2008, se hace honor a quien fuera un ejemplo de resistencia a la dictadura.
En la exposición de motivos de la ley que fuera aprobada por unanimidad por la Cámara alta, se recogen aspectos sustanciales de la vida de Elena Quinteros: “Fue educada en las Dominicas; ingresó a Magisterio, al Instituto Normal, en el año 1962, y egresó en 1966. Eran tiempos en que la formación de Reyna Reyes era fortísima y que libros como la "Vida de un maestro" –de Jesualdo- eran referentes para esa generación.
En esa época, mediados de los sesenta, se vivía en el país una escalada represiva que llevó a profundizar las luchas estudiantiles y obreras.
Allí estaba Elena, entre el pensar y el hacer, que abarcaba lo político, lo gremial, y su formación como maestra, jugándose con cabeza muy clara, con firmeza, desde el amor a la vida.
Si algo definía a Elena era su coherencia, su amor y su compromiso con la libertad de todos, y no con la libertad individual y en exclusiva.
A mediados de 1966, Elena se incorporó a la FAU y fue activa militante de la ROE, la Resistencia Obrero-Estudiantil. Diez años después, ya en 1975, fue una de las primeras que trabajosamente actuó en la fundación del PVP, Partido Por la Victoria del Pueblo, junto con Sarita Méndez, Lilián Celiberti, Yamandú González, Telva Juárez y muchos otros jóvenes estudiantes de la época.
Participó en las misiones sociopedagógicas, en particular en la de 1967 en Capilla de Farruco, en Durazno, con espíritu abierto, sabiendo que no solo iba a aportar sino que era una instancia para nutrirse y aprender mucho del contacto con la gente. Una práctica que implicaba todo un posicionamiento ante la vida.
Alguien alguna vez ha dicho que Elena era misionera, en el sentido de la autoexigencia de sacrificio, de una práctica austera, que para nada quiere decir amargada -porque si había una persona alegre, era Elena-, y de la perseverancia en una especie de trabajo de hormiga; ese trabajo de hormiga que es imprescindible para casi todo en la vida.
Si de alguna tarea se la responsabilizaba a Elena, desde resumir en la biblioteca el "Manual" de Murchison, de cuatrocientas y pico de páginas, hasta sacar un volante clandestino, no había duda de que lo hacía; que nadie tuviera duda, porque lo hacía, tuviera todos los obstáculos que tuviera, y fuera la tarea que fuera.
A pesar de que eran tiempos en los que a veces no había tantas horas para dedicar al estudio, Elena nunca descuidó su formación profesional. Así fue que pasó también por la Facultad de Humanidades.
El 16 de noviembre de 1967 fue detenida por primera vez y liberada al otro día.
En octubre de 1969 fue detenida, procesada y enviada a la cárcel, donde permaneció hasta octubre de 1970.
En junio de 1975 fue destituida, porque un mes antes de cumplirse los dos años del golpe de Estado fue requerida por las Fuerzas Conjuntas.
El 26 de junio de 1976, Elena Quinteros es detenida y llevada al "300 Carlos", que dependía de la División de Ejército I. Allí, en "el infierno", operaban, entre otros, Cordero, Gavazzo, el "Pajarito" Silveira, Ferro, Yannone y Carlos Rosell.
En la mañana del 28 de junio, Elena se hace conducir a las cercanías de la Embajada de Venezuela con el argumento de "entregar" un contacto. Allí intenta fugarse corriendo y saltando hacia adentro de la Embajada, desde donde es secuestrada por la fuerza por policías y militares uruguayos, forcejeando con los funcionarios venezolanos y frente a la complicidad de los policías a cargo de la custodia de la Embajada.
Con una pierna quebrada durante la lucha para introducirla en un auto frente a la Embajada de Venezuela, es llevada al Batallón de Infantería Nº 13, es identificada con el Nº 2537 y sometida a torturas salvajes, según los testimonios de otros presos políticos allí detenidos.
La Embajada de Venezuela y el propio Gobierno venezolano protestan inmediatamente -no podía ser de otra manera-, exigiendo la entrega de esta mujer que había sido claramente secuestrada en su territorio.
El 3 de julio se reúne el COSENA y decide no entregar a Elena, por lo que finalmente, el 5 de julio, Venezuela suspende las relaciones diplomáticas con Uruguay cuando queda claro que los dictadores no están dispuestos a devolver viva a Elena.
Esta mujer, maestra, Elena Cándida Quinteros Almeida, la detenida 2537 en el Batallón Nº 13, nuestra detenida desaparecida, no era una ingenua. Peleó por una sociedad justa, humana, donde cada uno de nosotros nos pudiéramos mirar cara a cara todos los días desde las diferentes miradas, desde la diversidad que tenemos, construyendo salidas para la pública felicidad.
Peleó como militante política, como militante sindical, y PELEÓ COMO MAESTRA; porque sabía muy bien que desde la escuela había mucho que hacer por el hombre, por el niño, por el futuro.
Hoy, en muchas escuelas, muchas Elenas anónimas dan la misma lucha que ella, por la igualdad, por las oportunidades, por la esperanza, por el otro.
Parece justo, y a tiempo, que una escuela lleve su nombre” .

domingo, 7 de septiembre de 2008

EL NOMBRE DE UNA ESCUELA

Por Raúl Olivera.
(Artículo Publicado en el Diario La República 7/9/08)

"Se me antoja mirarte cantando una canción de la mano de un coro de niños escolares. Se me antoja pensarte vestida de maestra saltando por lo patiosde todas las escuelas”.

El 9 de septiembre, a iniciativa de los vecinos de Flor de Maroñas, el Estado uruguayo cumplirá con el merecido acto de reparación a una de las víctimas del terrorismo de Estado. Ese día se materializará lo impulsado por las autoridades de enseñanza primaria y hecho ley por el parlamento nacional. Por eso, la Escuela montevideana Nº 181, llevara el nombre de “Maestra Elena Quinteros”[1].
La fecha elegida, no es una simple coincidencia, en esa misma fecha, pero 63 años, antes nacía Elena Cándida Quinteros Almeida.
La mayoría de las veces, el ritual de las ceremonias oficiales, transforma el ponerle nombre- como en este caso-, a una escuela, en una ceremonia donde muchos de sus actores y participes no alcanzan a calibrar el profundo significado que el hecho puede llegar a encerrar.
Sin embargo, en este caso, en razón del origen de la iniciativa y sobre todo por el entusiasmo y la valentía con que los docentes de ese centro de enseñanza lo han asumido, el ritual desafiará los años y el silencio que quiso silenciar el grito de aquella mujer que junto a la palabra “Auxilio” y “Asilo”, no olvido su condición de MAESTRA.
Entre marzo y diciembre de 1967, Elena es Maestra Suplente Escuela Nº 178 de Los Aromos en el Departamento de Canelones. Posteriormente desde abril de 1968 a marzo de 1969, actúa como Maestra Interina Escuela 12 grado R1, de Los Poquitos, también en el Departamento de Canelones. Terminada su actuación allí, pasa a ser Maestra efectiva en la Escuela 195 1er Grado, del barrio del Hipódromo, de la ciudad de Pando.

Tota Quinteros, su madre, también soñó ser maestra “(…) lo negativo fue no haber podido terminar como maestra a pesar de que trabajé desde 1937 hasta, creo, 1964 como Correctora o Asistente de Maestro”, para “de alguna manera suplantar aquello que yo no había podido hacer que era recibirme de maestra que es, sin dudas, mi vocación”. Tota, no tenía dudas “ (…) que Elena vivió todo ese tiempo los trabajos que yo hacía. Pero además soy de familia de maestros de un lado y de otro. Tengo tías por un lado y por el otro que eran maestras. Además de la China o hermana Elvira, por el lado de mamá también tengo tías maestras, así que la cosa andaba por ahí (…)”[2].
Testimonios de quienes fueron sus alumnos, de quienes con ella compartieron la tarea de enseñar, la recordaban recientemente, cuando la esperaban al final del recorrido del ómnibus que la llevaba hasta Pando y recorría el largo camino hasta la Escuela 195. La merienda compartida, la lucha por mejorar las condiciones de aquel barrio pobre de las afueras de Pando.
“Anduvo en los carteles de cuanta marcha hubo; anduvo en mil discursos yotros tantos volantes; entro a muchas reuniones y congresos y actos; abriócarpetas y expedientes; fue el sueño de su madre y muchos compañeros;también fue pesadilla de cancilleres y senadores y embajadores ycharreteras.Sus ojos en la foto no miraban el mundo pero el mundo se veía a través desus ojos, la gente se miraba a través de sus ojos y ocurrió lo increíble:Elena empezó a hablar a través de su boca cerrada. Hablaba por la voz desus compañeros, hablaba a través de las páginas de carpetas que habíanestado cerradas en cajones secretos, hablaba, al fin, a través de suspropios enemigos y de las manos que se levantaron para defenderlos.Y hoy habla a través de estas palabras, desde su pequeña estatura demaestra, de mujer, de compañera. Y no se calla. Nunca se callo, ni callarajamás...."[3].
Hoy, en este Uruguay que busca denodadamente construir un suelo digno y con justicia, Elena vuelve a la escuela, para que los orientales sean además de ilustrados, valientes, como ella.
[1] La Escuela está ubicada en la Calle Marcos Salcedo 5644y Justino Jiménez de Arechaga y el acto sera a las 11 horas.
[2] Del libro de Ignacio Martínez, Tiene la palabra Tota Quinteros.
[3] Del libro Avisa a todos los compañeros pronto.

EL CUMPLEAÑOS DE ELENA QUINTEROS

“Vive como si fueras a morir mañana
y lucha como si fueras a vivir siempre”.
Ernesto “Ché” Guevara
El 9 de setiembre del 2008, Elena hubiera cumplido 63 años. Al igual que cualquier ser humano, durante su vida, ese día, sumó un año a su vida. Eso hizo Elena, durante 30 años. Los primeros junto a su madre y su padre en el barrio obrero de Jacinto Vera. Otros, después, con sus compañeras del colegio de las “Dominicas”. Luego, junto a algunos de sus compañeros de magisterio. Ya en los años convulsionados de los 60, junto a sus compañeros de la Resistencia Obrero-Estudiantil y la FAU. Luego, junto a los compañeros del Partido por la Victoria del Pueblo.
Algunos de esos aniversarios, trascurrieron en momentos muy especiales para Elena. Sus 25 años los cumplió en la cárcel de Cabildo. Y de creerle a las “verdades posibles” de la Comisión para la Paz, sus 31 años la encontró aún con vida en el Batallón 13 de Infantería.
Allí posiblemente, se le puso fin al transcurso de su tiempo y fue su último cumpleaños. En ese lugar Elena sufrió y resistió, porque aún allí era posible seguir resistiendo y seguir peleando.
Si esa parte de la “verdad posible” referida a la ejecución de Elena en los primeros días de noviembre de 1976, fuera cierta, probablemente “la Parda” se reencontró con la veintena de sus compañeros del pvp trasladados en el segundo vuelo y juntos fueron ejecutados cobardemente por la dictadura.
Para Elena, los años no pasan, se pasea aun con su sonrisa fresca o su seriedad respetuosa en los carteles que Tota ya no puede portar por las calles de este Montevideo, pero que, como solía decir el “Loco” Duarte, hoy levantan “manos amigas y brazos compañeros”.
Desde aquel 26 de junio y más precisamente desde su intento de conquistar la libertad del 28 de junio en la embajada de Venezuela, Elena sigue resistiendo.
Pero esta vez, Elena festejara su cumpleaños de la forma que seguramente nunca soñó: en un barrio de gente humilde y trabajadora, una Escuela de Primer Grado pasara a denominarse “Maestra Elena Quinteros”. En un barrio, que antaño supo albergar grandes industrias y que supo también de la presencia de una generación de jóvenes, que como Elena, bajo la influencia del Sindicato de FUNSA enfrentaban el autoritarismo creciente de aquellos años. La Escuela Nº 181, tendrá el privilegio de ser la segunda escuela en el Uruguay que lleva el nombre de un maestro desaparecido[1].
Con esa decisión que partió del propio barrio, que las autoridades de Primaria hicieron suya, y que finalmente el Senado de la República transformó en Ley el 13 de mayo del 2008, se hace honor a quien fuera un ejemplo de resistencia a la dictadura.
En la exposición de motivos de la ley que fuera aprobada por unanimidad por la Cámara alta, se expresa:” Esta mujer, maestra, Elena Cándida Quinteros Almeida, la detenida 2537 en el Batallón Nº 13, nuestra detenida desaparecida, no era una ingenua. Peleó por una sociedad justa, humana, donde cada uno de nosotros nos pudiéramos mirar cara a cara todos los días desde las diferentes miradas, desde la diversidad que tenemos, construyendo salidas para la pública felicidad.
Peleó como militante política, como militante sindical, y PELEÓ COMO MAESTRA; porque sabía muy bien que desde la escuela había mucho que hacer por el hombre, por el niño, por el futuro.
Hoy, en muchas escuelas, muchas Elenas anónimas dan la misma lucha que ella, por la igualdad, por las oportunidades, por la esperanza, por el otro. Parece justo, y a tiempo, que una escuela lleve su nombre”[2].
Por su parte el Discurso pronunciado en esa oportunidad por la Directora de la Escuela, Maria Cristina dos Santos de los Santos, entre otros conceptos, expresaba: “… la gente, muchas madres, abuelas, tías, querían darle un nombre a esta Escuela, que porfiada seguía educando a sus niños y niñas… Una madre alzó la voz: Nombre de Maestra tiene que llevar, de Maestra sí, por la dignidad que esta profesión encierra, por el compromiso que con la sociedad tiene… Nombre de Maestra tiene que ser “Maestra. Elena Quinteros” se decidió… Y en el verano del 2006, con el calor de los días y el calor de la gente, se golpean puertas para juntar firmas, puertas se abren, ventanas se entrecierran, firmas y más firmas se juntan, y en su solicitud exponen: “La valentía y entrega de esta mujer al defender una sociedad más justa y equitativa, honraría a nuestra Escuela” Dos años llevaron los trámites, hasta que un Proyecto parlamentario le otorgó el nombre tan ansiado.Muchas de estas mismas madres y otros padres que se sumaron vistieron de fiesta al local, pintando, buscando sillas, repartiendo tarjetas, juntándose para preparar los recuerdos que hoy llevarán. Las Maestras y los Auxiliares, en su inagotable fuente de trabajo y creatividad, prepararon esta fiesta, que es de los niños y niñas, pero también de todos lo que dejaron su huella para pintar un trozo de historia en esta comunidad.Y estamos aquí reunidos para nominar nuestra querida Escuela y brindar homenaje a esta Maestra, que en otros tiempos, como en el presente lo hacen otras maestras, luchó por construir una sociedad mejor.Hoy, 9 de setiembre, su espíritu alegre, vivaz y gentil nos acompaña. Esta pudo ser la Escuela que albergó su trabajo, el patio donde compartió la merienda con sus alumnos y, por eso, a partir de hoy será para siempre su Escuela.Porque no te fuiste Elena, te sembraste, y terca germinaste en cientos, en miles de mujeres y de niñas que hoy te recuerdan y te homenajean. Y no solo le ponen nombre a su Escuelita, sino que se sienten identificados con tus ideales, están construyendo un mundo nuevo, el mundo que tú soñaste, y desde este pequeño lugar te lo regalan, para que sigas naciendo, para que sigas viviendo… “Por detrás de mi voz, escúchalos, escucha- Elena, que ahora viven en tu mirada”.

De esta forma y con el acompañamiento de cientos de personas, el Estado uruguayo cumplió, aunque tardíamente con el merecido acto de reparación a una de las víctimas del terrorismo de Estado.



[1] El 11 de noviembre de 1987, otra ley había designado a la Escuela Nº 269 de Montevideo, con el nombre de "Maestro Julio Castro.

[2] COMISIÓN DE EDUCACIÓN Y CULTURA, CARPETA Nº 1892 DE 2007. REPARTIDO Nº 1005, JULIO DE 2007. MAESTRA ELENA QUINTEROS, Designación a la Escuela Nº 181 de la ciudad de Montevideo.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Biografia de Elena Quinteros.



Publicado en Trabajo & Utopía setiembre 2008

Nació en Montevideo el 9 de setiembre de 1945. Su madre fue María del Carmen Lidia Almeida Buela (“Tota”) y su padre Roberto Luis Quinteros Pujadas.
Cursó primaria en el colegio de las hermanas Dominicas. Profesó y practicó la religión católica hasta el comienzo de su actividad gremial. Comienza los estudios de magisterio en 1962. A edad de 21 años obtiene el título de maestra. Luego, curso estudios de pedagogía de la educación en la Facultad de Humanidades.
Siendo muy joven se integra a la Federación Anarquista Uruguaya (FAU). Desde esa opción libertaria, realiza una activa militancia en la Resistencia Obrero Estudiantil (ROE). será una de las fundadoras, en 1975, del Partido por la Victoria del Pueblo (PVP).
Como estudiante y luego como maestra tuvo una actividad sindical importante, en la agrupación 3 de la Asociación de Estudiantes Magisteriales de Montevideo (AEMM) y en el gremio de la Federación Uruguaya de Magisterio (FUM), integrante de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT).
En abril de 1967, con 22 años, participa en la reanudación de las Misiones Sociopedagógicas en Capilla de Farruco en el departamento de Durazno.
Ya como maestra, comenzó a trabajar en una escuela 195 de la ciudad de Pando, en Canelones.
El 16 de noviembre de 1967 fue detenida, y es liberada a las pocas horas. El 22 de octubre de 1969, con 24 años, es nuevamente detenida, procesada y recluida en la cárcel de Cabildo. Luego que de dicho establecimiento carcelario se fugaran el 8 de marzo de 1970, 13 de las mujeres recluidas en dicho establecimiento, fue trasladada a Cárcel Central. A mediados del año 70 participa con las demás presas de Cárcel Central en una huelga de hambre y logran con ella el traslado nuevamente a la cárcel de Cabildo.
El 16 de octubre de 1970 fue liberada y vuelve a desempeñar sus tareas como maestra en la misma escuela en la que anteriormente había trabajado, donde es recibida con júbilo por niños y vecinos de la zona.
Recobrada la libertad, nuevamente va a vivir con su madre Tota Quinteros, en una casa de la calle Carreras Nacionales. En enero de 1971, se mudan a la calle Escalada 4101 en el Prado, cerca de Magisterio. Allí vivirá con su madre hasta 1973, cuando se casa y pasa a vivir con sus suegros.
El 26 de noviembre de 1972 es nuevamente detenida en averiguaciones. En esos años, desde el sindicato de FUNSA participa de las reuniones de familiares de presos políticos que preparaban los paquetes de comestibles que después se llevaban a las cárceles.
El golpe de Estado del 27 de junio de 1973 sumerge a Elena en la organización de la resistencia que se manifiesta en la huelga general. Posteriormente trabaja en la reorganización clandestina del activo militante que permanece aún en el país. Luego participará en un largo proceso de conformación del PVP, lo que la obliga a desplazarse asiduamente entre Uruguay y Argentina.
El 5 de mayo de 1975, en el marco de un nuevo embate represivo contra su organización política, Elena es requerida por la dictadura y se traslada a Buenos Aires.
El 24 de junio de 1975 es destituida por la dictadura de su cargo como maestra.En los primeros meses del 76 regresa en forma clandestina a Montevideo. Bajo otra identidad, vive en un apartamento en la calle Massini 3044, hasta su detención.
Elena fue secuestrada por la dictadura uruguaya el 26 de junio de 1976, cuando aún no había cumplido 31 años. El 28 de junio con la excusa de conducir a sus captores a la detención de un compañero suyo, se hace llevar a las inmediaciones de la embajada de Venezuela, donde solicita asilo y es sacada a la fuerza por sus captores. Es conducida al Batallón de Infantería Nº 13, donde es torturada y posteriormente ejecutada. Venezuela a raíz de su secuestro de los jardines de la embajada, rompe relaciones diplomáticas con Uruguay hasta el 1º de marzo de 1985. Elena continúa hasta hoy desaparecida. Su madre Tota Quinteros, el 8 de octubre de 1976 abandona la Argentina bajo la protección de Naciones Unidas y se refugia en Suecia. A partir de allí, hasta su muerte en enero del 2001 desarrollara una intensa búsqueda de su hija.

Elena, La maestra en la evocacion de sus compañeros.



Publicado en Trabajo & Utopía Setiembre 08

Sara Méndez, conoció a Elena a partir de la militancia en Magisterio, de las reuniones de la Agrupación 3 que se realizaban en aquellos tiempos en el hogar de Elena y Tota, a la que Sara se integró como estudiante. A aquella militancia gremial, le siguió la política en la FAU. Corría el año 1965, y Elena había cumplido sus 20 años.

“Para evocar y trasmitir hoy la imagen de esa joven mujer, nos dice Sara, tenemos que introducirnos en la década del 60, en nuestro País en nuestra América. Para poder explicar por qué Elena no se fue del Uruguay, como tantos otros uruguayos y uruguayas, que resistieron y combatieron la dictadura, tenemos que hablar de las crecientes injusticias existentes en nuestros países y de unas generaciones que se plantearon terminar con ellas.

Esas generaciones formaron sindicatos, gremios estudiantiles e instrumentos políticos. El triunfo de la revolución cubana como una respuesta efectiva a esas injusticias fue el gran telón de fondo.

Cómo nos gustaba oír y repetir la frase de Buenaventura Durruti, el combatiente de la revolución española cuando afirmaba “construiremos un nuevo mundo porque llevamos un mundo nuevo en nuestro corazón”.

La voluntad para construir una sociedad nueva pasaba inevitablemente por una exigencia personal muy importante, ya que implicaba una transformación de uno mismo. La imagen del hombre nuevo que el Che pregonaba era sin duda una exigencia a alcanzar

Cientos y miles de jóvenes provenientes en su mayoría de corrientes cristianas van a incorporarse a las filas del movimiento revolucionario, aquí y en el resto de América, convencidos de que para terminar con la injusticia social había que cambiar el mundo radicalmente. Y esa convicción de cambio se ir probando en las huelgas, en cada enfrentamiento con las fuerzas represivas, en la prisión que se comenzar a vivir, en la tortura por la que se pasa, o se queda.

No es por casualidad que Elena es parte de una lista de maestros y jóvenes maestros y estudiantes de Magisterio, que hoy están desaparecidos o asesinados, como Telba Juárez.

Ser maestra será su elección, y tomar el camino del Magisterio señalado por el maestro Soler con su experiencia de La Mina en el departamento de Cerro Largo donde se promueve a la escuela en contactó con la comunidad como un centro de cultura y cambio

Como estudiante participa en las misiones socio-pedagógicas, experiencia promovida por la escuela, por los maestros rurales

El contactó con la gente y la realidad de los llamados pueblos de rata ser un duro golpe para Elena como para tantos otros jóvenes estudiantes. Pocos están próximos a la penuria del pueblo como el maestro a través de la realidad que el niño lleva a la escuela. Y la necesidad de un compromiso mayor por ese cambio profundo que el País va exigiendo ser sentido por Elena

Es la década del 60 y las discusiones en las agrupaciones gremiales tendrán cada vez más contenido político. A otro nivel, donde estaría Elena, se hablar de la lucha armada, de la violencia como medio para las transformaciones profundas

Recuerdo en especial a los cristianos resistiendo las posiciones que las fundamentaban como inevitable. El tiempo andaba rápido y en especial para los jóvenes en esa época. El Instituto Normal se convirtió en un centro que reflejaba lo que estaba sucediendo a nivel de la sociedad. La práctica de la solidaridad con los gremios obreros mueve a los estudiantes, lleva a la militancia a vivir jornadas de ocupación de fábricas, enfrentamientos callejeros con las fuerzas de represión

También se inscribió en la Facultad de Humanidades y comenzó a estudiar Pedagogía de la Educación. Se levantaba muy temprano por la mañana para ir a la escuela y se acostaba tarde por la noche. La Federación Uruguaya de Magisterio la contar también entre sus filas, pero cada vez más la militancia política ser centro en su vida.

Cuentan que la lucha que Elena entabló con sus secuestradores aquel 28 de junio del 76 en los jardines de la Embajada de Venezuela, Elena perdió uno de aquellos zapatos acordonados. De ahí en más, como en el cuento infantil nos probamos el zapato de Elena. No para ser ella, sino para ser como ella, y continuar saltando muros hacia la libertad y el socialismo”