jueves, 6 de marzo de 2008

MACARENA

Publicado en Trabajo y Utopía Nº 76, Semanario Brecha, Semanario Arequita y Revista INTERNOS marzo 2008.

En estas ultimas semanas, la imagen y las palabras de Macarena Gelman, se han constituido en un preciado botín periodístico. Las cámaras fotográficas o de televisión, han intentado captar en las imágenes que se congelan en el papel, o que pasan fugazmente por las pantallas del televisor, lo que no es fácil registrar y encontrar.
Por otro lado, o junto con ese intento, los micrófonos esperan recoger en sus palabras alguna clave escondida que le dé cierta originalidad a la verbalización de una de las dimensiones del drama que padece la sociedad uruguaya.
En el pasado más reciente, una parte importante de nuestra sociedad, no quiso saber de su existencia. Negó cien veces el drama, y finalmente el Estado pergeñó mecanismos para que no existiera. Y cuando pese a todo irrumpió, ese mismo mecanismo que antaño le negó la existencia, decretó que debía admitirse amputado. Fue entonces “la verdad posible” y la “caducidad”.
Una periodista, quiso saber si se había afectado la rutina de vida de Macarena ante esa irrupción en los medios de prensa. Macarena, -entre risas- , respondió que su rutina estaba destruida. Mientras ella intenta, como Penélope, (reconstruir) tejer, una rutina en la que seguir viviendo, quienes consumen sus imágenes o sus palabras en los medios de prensa, realizan el intento, vano, de imaginar lo inimaginable.
La imagen de Macarena en los medios estuvo, prácticamente, ausente durante casi 8 años, no así su historia que se sumo a otras tantas historias del mismo signo perverso: el del terrorismo de Estado. En esos años intentó, al igual que en otros casos similares, pero nunca iguales, acoplar dos mundos, dos historias en un solo cuerpo.
Seguramente en esos casi 8 años, sus rutinas de vida debieron ser reconstruidas una y cien veces. Pero esas reconstrucciones, casi, que ocurrieron en el anonimato. No tuvo que rendir cuentas de ella, y salvo con contadas personas, no debió verbalizarlas.
Una amiga, cuando le pedí que me aclarara una respuesta, me respondió que “el que aclara oscurece”. Debí aceptar que había algo de verdad en esa máxima, que no constituía una forma de eludir una respuesta. Un gran defecto tienen las palabras, cuando les atribuimos ser el único medio de entendernos y explicarnos. Casi siempre terminamos percibiendo que nos quedamos en el medio de la explicación y muy lejos de que nos entiendan.
Cuando hace un tiempo aparecieron en predios militares los restos de dos desparecidos, desde su silencio, esos huesos nos hablaron con mayor elocuencia que cualquier discurso.
La no aparición de los restos de Maria Claudia - la madre biológica de Macarena-, también nos habla y nos interpela.
A Macarena le hemos sumado graciosamente a lo que ella aceptó llamar la destrucción de su rutina, el tener que explicarla. Pienso que en ese caso, lo más acertado hubiera sido haber dejado a sus ojos y a sus gestos, dar las explicaciones, con su peso de silencio. Porque su historia, ésta que se construye con trozos inconexos, es una historia cargada aun de silencios.
Según Saramago: “de lo feo y de lo hermoso, de la verdad y la mentira, de lo que se confiesa y de lo que se esconde, construimos toda nuestra azarosa existencia”. Hay demasiadas cosas feas, demasiadas mentiras, demasiadas cosas ocultas en nuestra sociedad que merecen ser sustituidas por lo hermoso que es la Justicia, por Verdades sin limitaciones.
Si los seres humanos, somos esa complicada máquina en la que los mecanismos de nuestro presente se enredan con los del pasado, seguramente resulte difícil imaginar en su verdadera magnitud, que hay momentos en que a cada una de las victimas inocentes de ese mecanismo inimaginablemente, perverso, del terrorismo de Estado, siente que la vida se les cae encima y eso seguramente les produce perplejidad, confusión y súbitamente los pone amputados de futuro.
Es cierto que cuando queremos aclarar algo, siempre nos enfrentamos a una operación relacionada con el pasado. El inefable ex Presidente Julio Maria Sanguinetti y sus seguidores, nos recuerdan un día si y otro también, que no es bueno mirar el pasado. Pero a veces, la memoria -ese vehículo implacable con el pasado -, por caminos que no podemos explicar nos trae al presente imágenes, palabras.
Algunos aconsejan hacer como las serpientes, que dejan la piel cuando al crecer ya no caben en ella. Si la piel de esta democracia es la impunidad, es ya hora de dejarla pues la vida es breve, y en ella cabe mucho más de lo que hoy tenemos o que nos quisieron hacer creer que éramos capaces de vivir.
Sucede también, que algunas veces la palabra Justicia, es como una luz que nos hace viajar en el tiempo, viajar para atrás, hacia otra hora, otro paisaje, otro lugar que, generosamente, alguna vez nos pareció colmado de promesas. Nuestra sociedad bien puede estar sintiendo una suerte de remordimiento de no haber sido, o quizás haber sido menos de lo que a nosotros mismos nos debíamos, cuando en 1989 no tuvo el coraje de contradecir el discurso del miedo sobre el que encaramo la política de impunidad en nuestro país.
También las sociedades construyen sus rutinas de vida y no siempre el destruir esas rutinas cuando son injustas, nos lastima. La rutina de la impunidad, de la mentira y de la no verdad, no la merecemos. Que así sea.
Raúl Olivera
6/3/08

sábado, 1 de marzo de 2008

Las relaciones entre el sitema judicial y el sistema político.

Publicado en Trabajo y Utopía

Quienes desde la ciencia política analizan las relaciones entre el sistema político y el sistema judicial, han detectado ciertas dificultades desde el Poder Judicial, para adecuarse a los cambios que se estaban operando e nivel del sistema político con el advenimiento de la izquierda al gobierno. También se señala que esas dificultades se incrementan por ciertas dificultades para comunicar sus políticas y por dar señales contradictorias en materia de derechos humanos, por parte del Poder Ejecutivo.
Con relación a la forma en que el Estado en su conjunto encara las violaciones de los derechos humanos durante el pasado dictatorial, la presencia hasta ahora determinante de la ley de caducidad en ese escenario ha creado un espacio “bastardo” donde las mentadas independencias de esos dos poderes en cuestión, se entrecruzan peligrosamente. Y para colmo, en ese escenario de impunidad, el ciudadano esta amenazado – muchas veces-, de una cierta indefensión.
Oscar Sarlo en “ENCRUCIJADA POLÍTICA 2009. GOBIERNO, ACTORES POLÍTICOS EN EL URUGUAY 2007-2008” del Instituto de Ciencia política, establece que los argumentos en que se fundan las decisiones judiciales juegan “un papel político muy relevante, ya sea porque permite legitimar moralmente decisiones muy relevantes, ya porque permite despolitizar tensiones muy peligrosas para el sistema político. De ahí- continua Sarlo-, que la calidad argumental de los fallos judiciales esté directamente asociada con la calidad constitucional de un país”.
Recientemente la Fiscal Mirta Guianze emitió un dictamen a partir del cual concluye que Juan Carlos Blanco debe ser condenado a 20 años de penitenciaría por el delito de desaparición forzada de la maestra Elena Quinteros. El ex canciller, ha gozado y padecido de varios privilegios: fue el primer civil procesado por crímenes cometidos por la dictadura; fue seguramente el primer coautor de homicidio especialmente agravado, procesado que pudo esperar el resultado final de su causa, en libertad; y será seguramente, el primer integrante de la dictadura condenado por sus crímenes.
Las casi 70 carillas en el que se fundamenta el pedido de condena, es sin duda de esa calidad argumental de la que hablaba Oscar Sarlo. Es por esa razón, que nos detendremos en algunos aspectos del mismo, ya que como sostiene Sarlo, “cualquier decisión judicial, tiene un margen de opción política (en sentido amplio), ello no quita que deba manejarse técnicamente (…) el trabajo técnico “consiste en motivar adecuadamente sus fallos, elaborando argumentos de alta calidad que resulten convincentes, sea cual fuere el resultado”.

SOBRE LA MUERTE DE ELENA.
Recordemos que la Comisión para la Paz sobre el asesinato de Elena había afirmado que ocurrió en una unidad militar no precisada, por un disparo de arma de fuego, y que fue enterrada en el Batallón de Infantería No.14, y luego fueron cremados sus restos y arrojados al Río de la Plata. Ahora, el dictamen fiscal sostiene que nada de eso “pudo ser confirmada, antes bien, resultó en parte desmentida. Por consecuencia, entiendo en esta instancia que la prueba aportada por la COMIPAZ no reúne las condiciones necesarias para fundar en ella este dictamen acusatorio”.

SOBRE LAS ACTUACIONES DEL JUEZ ALEJANDRO RECAREY.
Recordemos también, que este magistrado tomo medidas cautelares y recibió declaraciones a testigos, que posteriormente fueron anuladas por un Tribunal de Apelaciones a instancias del Gobierno de Batlle. La fiscalía solicito que se las validara y se las volviera a incorporar al expediente, lo que fue aceptado y pueden tenerse en cuenta.

SOBRE LA BUSQUEDA DE LOS RESTOS DE LOS DESAPARECIDOS.
La fiscalía sostiene que: “Los testimonios que tendieron a identificar sitios de probables enterramientos tienen un valor relativo en cuanto no se ha mantenido un control sistemático de las excavaciones por parte del Poder Judicial, es el Poder Ejecutivo el receptor de información y el supervisor del GIAF”(Grupo de Investigación de Arqueólogos Forenses).
Desde que los familiares como organizaciones comprometidas con la defensa de los derechos humanos comenzaron a realizar denuncias públicas “Las respuestas del gobierno de Uruguay siempre fueron negativas, no admitieron las operaciones en Argentina, ni en otros países, ni las detenciones – desapariciones y aún brindaron reiteradamente informes en los que se falseaban los hechos”.

SOBRE EL PAPEL DE LA COMISIÓN PARA LA PAZ.
El escrito de Guianze luego de dar cuenta que en mayo del 2003 Carlos Ramela declaró ante el juzgado al mismo tiempo que agregaba el Anexo correspondiente a Elena Quinteros, expresa que: “La deposición de RAMELA tuvo por cierto el secuestro, el confinamiento y la tortura en las condiciones que surgían ya de autos. Dispuso, para aseverarlo, del “testimonio de múltiples fuentes policiales y militares”. También admitió que entre sus informantes había “fuentes militares que reconocieron expresamente haber participado en ese operativo”. (…) Los testigos que la COMIPAZ entrevistó, y cuya identidad no pudo conocerse no era “de personas ajenas a la historia de los episodios de la época, muchas veces protagonistas en términos generales de los sucesos que estamos hablando, no por un problema de rango sino por intervención efectiva”. No obstante, el punto específico del traslado del cuerpo a Toledo no es preciso aunque de acuerdo a la información que tenían “los restos fueron centralizados en el Batallón 14 de Toledo” que creía recordar era un campo bastante extenso y “en la jerga militar se le denomina Arlington”.
Al referirse al otro integrante de la COPAZ, Gonzalo Fernández, el dictamen expresa que Fernández “avaló las versiones recibidas de militares y que RAMELA había dado: “se nos informó que todas las personas muertas en dependencias militares cualquiera fueren éstas fueron sepultadas en el predio del 14 lindero o lindante con la ruta que lo atraviesa y que los militares identificaban como mordacidad como “Arlington” en alusión al conocido cementerio militar norteamericano”.”Nosotros sabemos que (…) todos fueron a “Arlington” al predio de ese batallón, hasta donde yo creo quienes permanecían sepultados en el 14 fueron removidos sus restos en el marco de la llamada operación zanahoria en el año 1984”. No obstante, lo que FERNÁNDEZ señaló en noviembre de 2003 “como indicios objetivos y bastante significativos a mi modesto entender de que ella se realizó” (aludiendo obviamente a la llamada “operación zanahoria”), no encuentran ahora sustento en la información obtenida. Dijo así “1) El hallazgo de la fosa abierta donde había estado sepultado Gelós Bonilla por parte de particulares en Maldonado”. El GIAF exploró esos datos sobre el presunto enterramiento de Gelós Bonilla y puede descartarse esa información. Como punto 2) afirmó FERNÁNDEZ: “La desaparición de la tumba de Gomensoro Hosman en el Cementerio de Paso de los Toros y la ubicación de una nueva sepultura de un niño exactamente en el mismo lugar”. Esos datos tampoco resultaron certeros. La tumba de Gomensoro Josman no había sido nunca excavada entonces. Su cráneo fue hallado en poder de un médico que había practicado la autopsia en la época de la aparición del cuerpo en la Represa de Rincón del Bonete. Los puntos 3) y 4) refieren a versiones de conversaciones mantenidas entre militares, que no están identificados y tampoco se dio razón de cómo llegaron a conocimiento del declarante. Por testimonios directos obtenidos en otros expedientes (que no pueden traerse aquí) y declaraciones en prensa, los militares sindican como ejecutor de la operación zanahoria a ALFREDO LAMY SATRIANI, fallecido.
En esa época, (14 de mayo de 2003), entendí que esa información dada por la COMIPAZ, era enteramente fiable y se presentaba entonces como la “verdad posible”, conclusión justificable a esa altura del procedimiento”.
Más adelante, continua afirmando que: “Pues bien, no sólo no pudo avanzarse en la investigación del hecho histórico que nos ocupa sino que, conociendo ahora que las “fuentes” militares no proporcionaron información fidedigna sobre el destino final de los detenidos – desaparecidos, para la Fiscalía esa “verdad posible” se ha convertido en la incontestable incertidumbre que caracteriza precisamente a la desaparición forzada.
Como ejemplo de la falta de veracidad de los datos recabados se registra, por ejemplo que la COMIPAZ consideró confirmado que los restos de FERNANDO MIRANDA habrían sido primero sepultados en el Batallón 14 de Toledo y después exhumados a fines de 1984, incinerados y tirados al Río de la Plata. Los restos de UBAGESNER CHAVEZ SOSA, estando a ese informe, habrían sido primero enterrados en un lugar no especificado y después exhumados a fines del año 1984, incinerados y tirados al Río de la Plata. Recuérdese que el informe final de la COMIPAZ incluyó fotos del lugar de la costa desde donde se habrían arrojado al agua.
Las CONCLUSIONES del GIAF sobre los trabajos arqueológicos realizados en el Batallón No. 14 (lugar que se señaló como enterramiento de ELENA QUINTEROS) son terminantes (Tomo V de Investigación, pág. 103) “Con la información suministrada no se realizaron hallazgos de restos humanos”.
“La Comisión para la Paz, cuyo informe fue emitido el 10 de abril de 2003 recopiló, bajo un especial régimen de reserva, informaciones de militares que sólo parcialmente resultaron ser ciertas. Significó un importantísimo avance en cuanto al propio reconocimiento de centros clandestinos de detención, de detenidos desaparecidos, de la coordinación represiva con otros países del Cono Sur, de enterramientos también clandestinos. No pudo saberse, sin embargo, quienes eran esos informantes, fue imposible ahondar judicialmente sobre los puntos más importantes a esclarecer y el paradero de los posibles restos no tuvo respuesta válida. Es así que, como ya fuera señalado, cotejando lo que surge del informe antedicho con la ubicación de los dos esqueletos hallados, (Miranda y Chaves), se advierte que los datos de la Fuerzas Armadas no eran verdaderos”.

SOBRE LA COLABORACION DE LAS FUERZAS ARMADAS.
“A lo largo de todas las investigaciones, se advierte sin esfuerzo que el propósito de los autores de los ilícitos, es ocultar o destruir las pruebas sobre la desaparición para mantener el crimen en la impunidad. Ese pacto de silencio se prolonga al presente”.
“Lo mismo puede decirse de la tan mentada “operación zanahoria”, sobre la que no se obtuvieron evidencias científicas. Es así que cobra verosimilitud la hipótesis del General Oscar Pereira de que se trató en realidad de una operación de contrainteligencia, destinada en fin a provocar el desaliento y el abandono de la búsqueda. También hay que resaltar los “olvidos” cuando no la negativa cerrada a informar sobre la identidad de los informantes, sin motivo jurídicamente valedero. De igual manera las declaraciones públicas (y en expediente) de Gilberto VAZQUEZ sobre la inhumación de unos treinta cuerpos y su quema con combustible en “tanques de doscientos litros”. Todos muertos en Unidades Militares porque allí se interrogaba con métodos duros. Las flagrantes contradicciones sobre los lugares de enterramiento y exhumación, los métodos, las personas que lo realizaron”.

SOBRE LA RESPONSABILIDAD DE BLANCO.
“He consignado en forma reiterada que Juan Carlos BLANCO integraba la estructura de poder que la dictadura cívico – militar instauró, era miembro nato del COSENA y tenía injerencia sus decisiones.
La actuación de BLANCO, considerada en función de su elevada condición como funcionario estatal, permite tener por cierto que aseguró el marco institucional de actuación de las fuerzas represivas en las dos orillas del Río de la Plata. El Ministerio bajo su dirección dispuso la estrategia destinada, no sólo a mediatizar las denuncias de desaparición forzada de compatriotas, sino también a difundir por el mundo versiones falsas que encubrieran los hechos acaecidos”.