miércoles, 9 de diciembre de 2009

A 3 AÑOS DE LA MUERTE DE HUGO CORES

Intervencion en acto realizado en la sede del PIT/CNT.

Hace unos días, mas precisamente el 6 de diciembre, se cumplieron tres años de la desaparición física de quien fuera durante muchos años el Secretario General del Partido por la Victoria del Pueblo.
Es indiscutible, que Hugo, fue algo más que el Secretario General del PVP. También es cierto, que cada uno individualmente o colectivamente, tiene la libertad de recordarlo, homenajearlo desde alguno de esos lugares en los que Hugo eligió volcar su aporte, en la lucha por la libertad y el socialismo.
Cores, fue para nosotros, esencialmente un hombre de partido. Lo fue en la doble significación del término. Porque tomó partido por los explotados, los desposeídos, los marginados; y porque para terminar con la explotación, la pobreza y la marginación de hombres y mujeres por los que tomó partido, lo hizo desde una de las formas de organización política: El partido.
Por esa razón, permítanme que hoy compartiendo esta mesa con quienes pusieron el acento en otros aspectos relevantes de la larga trayectoria de Hugo, hable desde su condición de hombre de partido.
Como hombre de partido, Hugo tenía muy claro que ese instrumento imprescindible para los cambios políticos es también una reserva de la memoria. En la que fuera su ultimo producción bibliografía, “Memoria de la Resistencia”, Hugo trascribe del filosofo argentino Enrique Mari, esta frase: “Aunque la muerte es el más poderoso agente del olvido, éste no es omnipotente, porque desde siempre contra el olvido, los hombres han levantado las murallas del recuerdo, de modo tal que las huellas que permiten seguir su memoria conforman los signos más seguros de la existencia de una cultura humana”.
Permítanme a un a costa de alguna omision nombrar y hacer memoria de Jaime Machado, Dagoberto Anglet, Asilú Maceiro, Erley Quinteros, Mauricio Gatti, Raul Cariboni, la Tota, Marlene Chanquet; compañeros que se nos han ido físicamente en estos últimos años. A Luz Ibarburu, a Quica Errandonea y otras madres de compañeros.
De ahí que esta actividad de recuerdo, es la de la construcción de esas murallas de las que habla Mari. . La contribución que Hugo realizó en su pensamiento y en su acción, es de suma importancia en estos momentos de la historia política del Uruguay, cuando la izquierda logro un segundo gobierno a nivel nacional y los resultados de esa parte de las contiendas políticas del sistema lectoral de nuestro país, auguran avances importantes en las elecciones departamentales y también municipales. En esos escenarios, es imprescindible rescatar, reafirmar, reasignar la importancia de mantener una cultura de partido.
Las experiencias, buenas, malas o mas o menos que nos dejó este primer gobierno a nivel nacional, son siempre un punto de partida que debe ser visto sin contemplaciones, con rigor y autocrítica. Sobre parte de este primer periodo a que hacemos referencia, Hugo tuvo oportunidad de reflexionarlo desde esa óptica mediante sus columnas en La República.
Si bien es cierto, que desde la visión de un partido político, no es aceptable pensar la realidad de otra manera, muchas veces en estos tiempos que vivimos de debilitamiento de los proyectos colectivos, de raquitismo de las utopías y de anemia del entusiasmo, las tentaciones al pragmatismo condescendiente y permisivo son fuertes. Hugo realizo un enorme esfuerzo para que sus reflexiones y sus acciones concretas en la acción política estuvieran enmarcadas en un proyecto de largo aliento sobre la realidad nacional y latinoamericana. Sentía el desvelo político, de los desafíos que para los gobiernos de izquierda de América, significa en el marco de los procesos de la integración latinoamericana, la construcción de un modelo anticapitalista, socialista.

En esos desvelos Cores actuó y defendió sus ideas con enorme precisión y contundencia argumental. Contundencia argumental que era siempre simple, clara y unitaria.
Permítanme aquí realizar un comentario a propósito de algo que atribuí a una suerte de estado de ánimo de Hugo con relación a sus preocupaciones políticas. Hable hace unos momentos de “desvelo político”. El desvelo suele atribuirse a la perdida del sueño. Es claro que Hugo si algo no perdió nunca fue soñar con un mundo más justo, con más libertad, con más justicia, sin impunidad. Sin esos sueños, la acción política revolucionaria, no tiene sentido.
Generalmente el desvelo de un hombre, de una mujer, uno se lo imagina como un acto de perdida del sueño que se vive en soledad, en la oscuridad de la noche. El desvelo político del que hable, necesita transformarse en un acto colectivo. Hugo solía ser nuestro despertador, solía ser el que prendía la luz, el que aun en los momentos más dramáticos y duros para una fuerza política ¡y vaya si esta fuerza política, los tuvo!, nos asaltaba con un análisis que era fundamental para la acción, nos insinuaba un camino, un gesto político a materializar.
Para Hugo, era importante el análisis político, los programas, las plataformas, pero todo eso decía, debía ser acompañado de “gestos” políticos. Sin gestos políticos claros, poco sirven los análisis sesudos de la realidad.

Hace unas horas, un periodista nos preguntaba a nuestro entender en cual faceta ubicábamos el mayor aporte de Hugo. Constanza Moreira en el prologo de un libro en el que publicamos parte del pensamiento de Hugo, decía que su mirada era al mismo tiempo, la de un sindicalista, la de un historiador, y la de un militante partidario y que desde esas tres miradas, siempre destacaba el del papel que cumple la clase obrera. Las contribuciones del movimiento obrero. La conjugación de todos esos elementos, desarrolladas ya para orientar las conductas del movimiento obrero, para registrar la historia del movimiento popular o para desarrollar la acción política específica, contribuyeron a la formación de cientos de jóvenes con los que Hugo privilegiaba su vinculación política y humana.
Hugo sentía un profundo rechazo a la idea del partido único, pero creía que era imprescindible un ámbito donde se tomaran las decisiones políticas, un lugar decía: “donde se combina la teoría con la práctica, la táctica con la estrategia, el pasado con el presente, y donde se deciden las distintas formas de lucha que se impulsarán”. Y las formas de lucha, también implica las decisiones que ponen o marginan a determinados compañeros al frente de responsabilidades políticas.
Hugo sostenía que para: “terminar con las injusticias de la vieja sociedad y transitar hacia la construcción de otra, exigirá un componente moral que sólo puede ser solventado en una gran participación de las masas y una gran voluntad por “revolucionarlo” y concluía que esa gran componente moral de voluntad no puede existir si en la organización política funciona el estilo de “ordeno y mando”, el verticalismo, la concentración de la información y el poder de la decisión en manos de una cúpula. Sostenía que el funcionamiento de la institucionalidad partidaria “ejerce una especie de contralor hacia las autoridades del Frente, hacia sus gobernantes y hacia sus legisladores”.
Cores implantó en nuestra organización política conceptos muy claros en torno a la unidad. Desde el PVP, siempre intentamos participar de una manera franca y fraterna en los debates. Decía Cores, “Vamos a fondo en el debate pero si no hay acuerdo lo aceptamos, y si algo que nosotros propusimos no se acepta, no rompemos la baraja. Partimos de la base que ese es el pensamiento de la mayoría y lo respetamos”. Por esa razón. Nunca aceptamos como practica política sería, el ninguneo.

Hugo planteaba que el Frente debía levantarse como un punto de referencia frente al desaliento y la disgregación social: que tenía que generar la confianza de que el cambio era posible, pero para eso había que vencer el fatalismo, que había que organizarse y luchar desde los barrios, los sindicatos y las cooperativas. Que sólo a partir de un gran fortalecimiento del componente más humilde, más golpeado, más explotado de nuestra sociedad, se podía generar las condiciones para que una alianza con los sectores de la burguesía media no terminara poniendo a la izquierda en una situación de subordinación política a ella.
Un último aspecto que no quería dejar de señalar en esta oportunidad. La muerte y la desaparición, de muchos de nuestros más entrañables compañeros de partido, es para nosotros un compromiso de vida y por vida. Es algo más que una marca a fuego personal. Por eso los esfuerzos que Hugo realizaba y nos impulsaba a realizar para trasmitírsela a otros, que se criaron y nacieron en dictadura. Sin ese dato, sin esa contextualización de estos años en los que junto a Hugo, pusimos nuestros máximos esfuerzos por terminar con los efectos que perduraban con la existencia de la impunidad en el Uruguay, no se pueden entender muchas cosas.
Desde su predica Hugo realizo un gran esfuerzo por graficar los efectos, muchas veces no cuantificados adecuadamente, de la prolongación en el tiempo de las consecuencias de todos los componentes del terrorismo de Estado.
Era conciente que no han sido aun suficientes los intentos de expresar aquello que se podría denominar como una suerte de cotidianidad del drama. Aquel que acompaña, a veces silenciosamente y otras tumultuosamente, todos y a cada uno de los momentos de nuestra cotidianidad Se trata de una reconstrucción, que era y es imprescindible hacer.
El pianista y compositor ruso Sergei Rachmaninov decía que “la música de un compositor debe expresar el país donde nació, sus experiencias amorosas, los libros que le han marcado, los cuadros que ama. Debe ser la suma total de las experiencias de un compositor”.
La acción de un militante político como lo fue sin duda Hugo, también debió expresar lo que decía Rachmaninov. Pero como casi la mitad de la vida de Hugo, trascurrió en ese escenario de impunidad, su acción política también debió ser eso, más las alegrías y los dolores. Las alegrías que nos dan las Marianas, sumándose al compromiso de vida de sus padres; los dolores de las Totas que se mueren sin respuesta sobre el paradero de los restos de sus hijos. En ese escenario que instalo el terrorismo de Estado, somos protagonistas de un lucha de todos los días y en todos los lugares. Allí, seguiremos reconstruyendo nuestras vidas, amando, riendo y porque no, llorando, a la vez que intentamos instalar otro escenario sin impunidad.
Esa es una tarea inconclusa, los deberes pendientes. Hugo Cores, compañero del alma, también hasta esa puntual victoria, siempre.