jueves, 2 de febrero de 2006

EL SECUESTRO Y LA DESAPARICION DE UBAGESNER CHAVEZ SOSA

Oublicado en Trabajo & Utopia Nº 55.

LOS ASESINOS IMPUNES.

El 26 de junio del 2004 , en el diario La República, Gerardo Barrios Villaverde hacía nuevamente públicas informaciones relacionadas a la desaparición de Ubagesner Chaves Sosa. Reiteraba lo que había sido recogido en las actas parlamentarias de la investigadora de la cámara de diputados, en 1985 y que posteriormente habían sido remitidas a sedes judiciales.
Efectivamente otro 26, pero de agosto de 20 años atrás, Barrios daba cuenta a los parlamentarios electos después de los años de dictadura, que había sido detenido el 8 de junio de 1976 por el Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea[1], y trasladado a la base aérea de Boiso Lanza donde ve que allí se encontraba, prisionero, Chaves Sosa. “…él llevaba muchos días de tortura y estaba físicamente muy deteriorado. No se podía mantener en pie, estaba permanentemente tirado en el suelo.(…) permanentemente deliraba y pedía agua. Llevaba varios días sin beber y sin comer”[2].
Como era habitual en los procedimientos contra los opositores a la dictadura, Barrios es conducido a la sala de torturas del Boisso Lanza que se encontraba ubicada en una pequeña pieza, en una zona que llaman “la perrera”[3]. Cuenta Barrios que recibe castigos junto a Chávez Sosa “…en determinado momento yo había perdido la noción del tiempo por efecto de la tortura. Sé que era de noche, aproximadamente un día después de haber sido detenido. Los dos seguíamos siendo torturados alternativamente –una vez él y una vez yo—y en determinado momento quedamos solos” [4]. Los dos oficiales que los torturaban dicen: "Vamos a tomarnos una (copa) al casino"[5]. Y se van. “Habían terminado de torturar a Ubagesner y yo estaba parado contra una pared, en una misma pieza los dos. Él estaba tirado sobre un tablón, desnudo y mojado. La noche era silenciosa. Yo sentía su respiración y me daba cuenta cómo empezaba a declinar. En determinado momento dice: “por amor a mi partido, a mi mujer y mi hija...” y deja de respirar. Yo lo llamo. Había una guardia del lado de afuera que hacía la vigilancia. Llamo a la guardia. El guardia ingresa, sale. Llama a los oficiales que estaban afuera, que entran. Veo por debajo de la venda que me cubre los ojos el cuerpo de Ubagesner y uno de los oficiales le pone la mano en el pecho y dice: “Es el bobo; llamen al médico”. Viene el médico. Cuando lo ausculta me comienzan a sacar de la pieza pero llego a oír al médico que dice: “Sí efectivamente es el corazón”. Me sacan y no tengo más noticias de Ubagesner a partir de ese momento”[6]. “El cuerpo no apareció nunca. Pero quien nos estaba torturando e interrogando en ese momento era Enrique Ribero, conocido dentro de Boiso Lanza como el "Quique" Ribero, que en aquel momento tenía el grado de teniente primero…”[7].
Cuando Barrios da este testimonio en 1985, aun no habían “caducado” los compromisos que todos los sectores políticos del país habían asumido en los acuerdos de la CONAPRO[8], de que “…constituye un grave riesgo para la real vigencia de los derechos humanos en el futuro mantener a la sociedad uruguaya en la ignorancia respecto a la verdad de las denuncias y dejar impunes los hechos que constituyen ilícitos penales…”[9]. Por esa razón, seguramente ante los diputados de la Comisión dijo: Deseo señalar aquí a dos responsables de esto, con nombre y apellido. Estos dos oficiales –hubo más, pero al resto no pude identificarlo—fueron los que condujeron mi detención y mi tortura, así como de la de Ubagesner. Uno de estos oficiales era el entonces Teniente de la Fuerza Aérea, Enrique Rivero[10], a quien luego, en 1981 reencuentro, con el grado de Capitán en el Penal de Libertad, como encargado de relaciones públicas. El otro responsable es el entonces Alférez –me refiero al año 1976—Alejandro López. Por culpa de estos dos hombres Ubagesner y yo fuimos torturados sistemáticamente”[11]. “El nombre de él (Ribero) lo escuché en el medio de la tortura. Es más: le conocí la cara. Le conocí la cara en contra de su voluntad, pero le conocí la cara”[12].

LA CAIDA DE UN RESISTENTE A LA DICTADURA.

El 24 de febrero de 1976, las Fuerzas Conjuntas de la dictadura, ya estaban al acecho procurando detener a Chavez Sosa. Denuncia su esposa Isidora Musco: ”Estuvieron en mi casa las Fuerzas Conjuntas a las dos menos cuarto de la madrugada. Eran personas vestidas de particular y estaban armadas. Allanaron mi casa, en la cual había un libro de literatura marxista. Se quedaron dos días esperando que mi esposo llegara. Mi esposo estuvo a punto de entrar a casa, pero fue advertido de que estaban esperándolo y no llegó”[13]. El 20 de mayo van a la casa de los suegros de Chavéz tratando de dar con su paradero.
Pocos días después, las Fuerzas Conjuntas lograrían su propósito. “Mi esposo fue detenido el 28 de mayo de 1976 a las cinco de la tarde. A las seis de la tarde yo ya sabia de su detención, que sucedió a dos cuadras de donde yo vivo”. “Las personas que detuvieron a mi esposo hablaban en clave con números y letras; (...) vino una”chanchita” celeste y lo trasladaron a algún lugar”[14].
A partir que Chavéz Sosa sabe que es buscado por la dictadura, había pasado a vivir en el domicilio de Oscar Mario Laserra. Una noche cuando Laserra vuelve de noche al apartamento lo estaban esperando dentro de su casa las Fuerzas Conjuntas. “Me llevaron encapuchado hasta el Boiso Lanza. (…)Y me enteró que Chávez Sosa estaba ahí; incomunicado; lo tenían en un sótano que estaba lleno de agua, había ratas y de todo. Hacia unos cuantos días que lo tenían ahí sin darle agua ni comida, esperando la respuesta de las declaraciones que yo iba a hacer. Me obligaban a decir que otros compañeros le habían entregado paquetes con cartas del Partido Comunista. Yo les decía que no era así. Luego se corto la comunicación con él y después ya no lo vimos más”. Otra noche vinieron a llevar a otros compañeros para hacerles interrogatorio y al otro día los hicieron poner contra la pared y vinieron a decir que Chávez Sosa se había escapado. Entonces dedujimos que había muerto”.
Cuando detienen a Chavez Sosa, este llevaba en su poder un regalo para su hija Valentina, que había cumplido tres años el 25 de ese mes. En el momento en que lo detenían, le dice a una persona que vivía en la casa frente a donde es detenido que el paquete que tenía era un regalo para su hija Valentina y que él vivía en la calle Máximo Gómez. . “El regalo quedó en el jardín de la casa y el dueño de casa dijo que iba a dar con Valentina, porque la calle Máximo Gómez quedaba a dos cuadras; preguntó en los comercios si alguien conocía a una niña con ese nombre y justamente dio con el comercio en que nosotros comprábamos - en Máximo Gómez e Ibirocay - y así ubicó nuestra dirección”[15].
“Mi señora y yo estábamos (…) en la puerta de mi casa, a las cuatro de la tarde, esperando a mi nieto (…) y vimos que venían unas personas, una adelante y dos atrás, apurándolo (…) lo agarraron y lo pusieron contra la puerta del garaje, con los brazos levantados (…) tenía un paquetito en la mano, que tiró en el jardín. Nos dimos cuenta que se trababa de la policía. (…) Entonces oí que la persona detenida dijo: "Lleven esto a Valentina, de la Calle Máximo Gómez". Después vino la chanchita y se lo llevaron. El paquete tenía un overol. Daba la casualidad de que la hija del detenido había cumplido tres años, pero el overol le quedó mal y lo fue a cambiar. Lo venían siguiendo. (…)Yo fui, llevé el overol y cuando el padre me vio, me dijo: "Lo agarraron". E1 hombre no se defendió; se quedó quietito, contra la pared”[16].



LA BÚSQUEDA.

Desde el mimo día de su detención, empieza un largo y doloroso peregrinaje de su esposa por las distintas unidades militares: “…cuando lo detienen, fui a la Región Militar Nº 1 para averiguar donde estaba detenido. De allí me mandaron al Comando Militar del Ejército en Boulavar y Garibaldi. Durante mucho tiempo me mandaron del Comando del Ejército a la Región Militar Nº 1 y de ésta la Comando del Ejército. En el Comando del Ejército una persona muy accesible me dijo:‘Mire, señora, no está en ninguna unidad del Ejército, busque en la Aviación o en la Marina”. Fui a la Marina y no estaba. Fui al Comando de la Aviación, en Mendoza e Instrucciones. Allí presento mi cédula y luego sigo caminando detrás de la persona que me atiende, quien se asoma a una cabina y le dice a otra persona que esta adentro: "Ese la mujer de Chavez; viene a preguntar por él“. La otra persona le respondió: ‘Mandala a la Región Nº 1. A esto yo contesté, que de allí venía y entonces el soldado se dio vuelta y me mandó a la vereda a esperar. Después de largo rato de espera me entregó la cédula y me dijo: “Esa persona está requerida”. En ese momento me doy cuenta que mi esposo está detenido allí. Insisto y le digo que no, que ya fue detenido, incluso le doy fecha y todo. No me contesta nada, se dio media vuelta y se fue. Yo quedé allí”[17].
Las mentiras, la indiferencia ni el agravio gratuito de los militares, mellaron la insistencia del reclamo. “Fui veintitrés veces al Boisso Lanza. Insistí e insistí. Yo estaba trabajan­do mucho y no podía faltar al trabajo. Trataba de pedir para salir. Iba una vez por Semana .Algunas veces iba de mañana y otras de tarde. En una oportunidad vi a las mismas personas que hicieron el operativo en mi casa y hable con ellos. Les dije si se acordaban de mi, a lo que contestaron que si, que se acordaban de mi, que era la mamá de Valentina. Les pregunté por la situación de mi esposo, si estaba ahí, si lo podía ver, pues yo quería alcanzarle ropa, medicamentos o algo que precisara. Me dijeron que había sido trasladado a otro lado y no sabían su paradero”[18].
En Boisso Lanza, la esposa de Chavéz Sosa no lograba que los “valientes” oficiales de la fuerza aérea dieran la cara y respondieran: “con la única persona que pude hablar, la única que siempre me atendió fue el cabo Pedroso. El me dijo que era secretario del capitán Spinatelli. Yo siempre pedía para hablar con el capitán, no quería hacerlo con el cabo, pues quería hablar con alguien responsable. En el momento que pedía para hablar con el juez sumariante, me decían siempre: "En este momento se retiro"[19].
Dice la esposa de Chavez: : “...el cabo Pedroso era quien se encargaba de hacerme la guerra psicológica, diciéndome que me olvidara de mi esposo, que yo era joven, que rehiciera mi vida, que no me preocupara por él, a lo mejor estaba en Cuba, Rusia, no sé, viajando. Me mortifico bastante, a tal punto que mi padre me dijo que lo único que iba a conseguir era desequilibrarme y que tratare de mantenerme serena y seguir adelante, por mi hija (…) fui a la Embajada americana, a las Naciones Unidas y a la Cruz Roja Internacional. En todo momento, donde yo me podía mover, hacía mi denuncia. Cada tanto, volvía a insistir en el Boiso Lanza para que, por lo menos, se responsabilizaran y me dijeran la verdad, que tarde o temprano se iba a saber. Todo fue totalmente negativo; nunca recibí respuesta de ellos nada más que una gran guerra diciéndome esas cosas”[20].
El 3 de junio la esposa de Chavéz “…había preparado un bolso con ropa y con útiles - vasos, tazas, cubiertos” y con ellos fue al lugar donde era habitual que los familiares depositaran ropas y medicamentos para la gente que se encontraba presa en los cuarteles. Allí un oficial, le dijo: "No puede dejar la ropa, señora, porque su esposo no está en las listas". Cuando la señora se retira y concurre a la casa de su hermano, que vivía cerca de allí. “…creo que fui seguida porque, a la media hora, las mismas personas que habían ido a mi casa y a la de mis padres, estaban allí uniformados” (…) registraron la casa de mi hermana. Mi cuñado tenía armas porque él va de cacería, con respectivo permiso. Fueron a buscar a mi cuñado al lugar de trabajo, (…) no había ningún otro lazo que a mi cuñado lo pudiera comprometer en cuestiones políticas. Lo sacaron a puntapiés del taller, lo trataron como si fuera un delincuente. Eso fue al mediodía. Nos subieron a una "chanchita" y nos llevaron. Estuvimos mucho rato, pero mucho rato, parados no sé dónde. Después nos trasladaron. Posteriormente reconocí el lugar, porque desde donde estaba veía en una avenida la estatua de 1a aviación, que es una mujer con alas. Después sentí el tren, que parecía que iba a pasar por arriba nuestro; ladridos de perros; y también sentía vuelos como de avionetas. A mí me interrogaron (…) una parte de un corredor veo que sacan a mi esposo y lo ponen parado; se 1e doblaban las piernas, tenia un custodia atrás y le gritaba: “¡No! ¡Firme, derecho!”. A mi esposo se le caía la cabeza o quería apoyar la cabeza en la pared. Tenía los pantalones me­dio caídos y un buzo rojo de lana y la camisilla salida del pantalón. Yo lo vi con man­chas de sangre; no sé si era sangre o se habría desteñido el buzo rojo. Cuando a mí me bajan de la chanchita me tapan los ojos y estuve mucho, hasta medianoche en que nos soltaron, en una especie de pieza. Me interrogaron y me hicieron preguntas sobre él, sobre si yo sabia la actividad política que él tenía, si estaba al tanto de lo que él estaba haciendo, si sabía que él vendía el diario "E1 Popular", si yo tenía conocimiento de que mi esposo estuviera preparando u organizando una célula; y yo estaba en total desconocimiento de todo.
No me permitían tomar agua y tenía una terrible sed; tampoco me permitían ir a1 baño (…) a la media noche nos devuelven a nuestros hogares. E1 10 de junio, a las 11 de la noche, vuelven otra vez tres personas, muy fuertemente armadas, buscando a mi esposo y preguntándome si yo lo había visto, si no había estado en contacto con el. Yo les dije que no, que mi esposo había sido detenida e1 28 de mayo.(…) Tenían un olor bastante a bebida; y amenazándome, diciéndome que iba a ser, siempre iba a estar así, que dos por tres me iban a visitar y me iban a estar molestando, que no me iban a dejar tranquila”[21].

LA DESAPARICIÓN, ESA CRUELDAD INFINITA.

La sospecha de lo que había sido la suerte de Chavéz Sosa, no estuvo ausente de los familiares del obrero metalúrgico: (…) yo comenté con mi padre una suposición mía. . Yo le dije: "Mirá, creo que están preparando el terreno; se les habrá ido 1a mano y estarán preparando el terreno para entregarnos el cuerpo de él. Yo estaba preparada para eso. Nunca pensé que nunca más iba a tener conocimiento de su desaparición”.
Cuando la señora de Chavéz Sosa, da su testimonio ante la investigadora de diputados en 1985, no puede evitar reflexionar sobre los hechos que estaba exponiendo: la desaparición forzada. “Y pienso que si es cruel soportar una tortura física, es mucho más cruel imaginarse de qué manera pudo haber muerto. En todas las veces que fui a hablar con ellos siempre les dije: " Díganme la verdad; algún día la voy a saber. Si mi esposo cometió un delito, él está castigado; esta privado de libertad, está cumpliendo su pena", pero que no me mortificaran así, de esta manera. Mi hijita, a 1os cuatro años, cuando empezó la escuela, me preguntó por qué estaba preso su padre, si había matado o si había robado. Yo le dije: "M'hija: su padre ni mató ni robó; esta preso por tener una idea distinta a este régimen. Y te tengo que hablar de política, y te tengo que hablar de un montón de cosas que no me vas a entender". La niña me exigió y me pidió -porque yo siempre cometí el error de decirle que algún día lo íbamos a poder ver a su padre -, lo exigía, lo reclamaba y yo siempre alimenté en ella la esperanza de que algún día lo fuera a poder ver. Inclusive, a veces, cuando iba a Boisso Lanza, iba con ella para ver si los podía ablandar, si tenían algo de sentimiento, ya que si yo no lo podía ver, por lo menos que lo viera la hija. Pero no; eran un muro”.

QUE SE HAGA JUSTICIA.

En 1985, Isidora Musco de Chávez terminaba su testimonio, con estas cuatro palabras “que se haga justicia”. Antes, le trasladó a los diputados que recibían su testimonio estas vivencias que seguramente han sido las que la han ayudado a transitar estos largos años de búsqueda y angustia: “(…) momento en que dieron el golpe y se declaró ilegal la CNT, mi esposo me dijo lo siguiente:" Quiero que estés preparada. Pueden pasar meses, años pero a mí me van a venir a buscar, me van a llevar detenido". Entonces le pregunté por qué, si él tenía algún hecho o algo que cumpliera su pena pero que no huyera. Me dijo:" No, de mi no puedes avergonzarte nunca. Yo estoy luchando por una causa que creo que es justa". Siempre me comentaba que él daba la vida antes de denunciar a otra persona conocida o amiga de él. Unos meses antes, creo que en enero de 1976, él había tomado la precaución de no quedarse de noche en casa; yo quedaba sola con la niña. Incluso él me dijo:" Recibilos bien; escúchalos; abriles todas las puertas; mostrales todo lo que te quieran pedir". (…)Inclusive me enseño a no odiar porque había cosas que no entendía, me decía: " Ellos cumplen órdenes, no tienen culpa". Comentaba con él que yo nunca lo iba a dejar, que siempre lo iba a ver como en otros casos que había que las señoras iban a visitar a sus esposos. En este momento no odio pero siento una gran desconfianza. No me dieron oportunidad de poderles creer, porque aparte me estuvieron mintiendo. Simplemente pido que se haga justicia y si hay algún culpable que pague su culpa. Eso lo decide la justicia y no yo. (…) Simplemente les pido que hagan todo lo que esté a su alcance ya que a mí no me escucharon. Que se haga justicia”.




[1] El operativo había sido llevado a cabo por el TAC (Tropa Aérea de Combate).
[2] Testimonio Gerardo Barrios ante la Comisión Investigadora sobre Situación de Personas Desaparecidas y Hechos que la Motivaron del 26/8/85.
[3] Esa denominación es en razón de que en dicho lugar están los perros de los guardias.
[4] Gerardo Barrios. Op cit.
[5] Gerardo Barrios en La república 26/06/94.
[6] Gerardo Barrios. Op cit.
[7] Gerardo Barrios en La república. Op Cit.
[8] Concertación Nacional Programática.
[9] CONAPRO, octubre de 1984.
[10] Según denuncia Barrios en el diario La República, el coronel aviador (r) Enrique Ribero, integró las listas de Fuerza Nueva Colorada, que lidera el diputado Daniel García Pintos, en el sexto lugar de la 15222 de la Convención Departamental de Montevideo y en el 40º lugar de la Lista 152222 a la Convención Nacional..
[11] Gerardo Barrios. Op cit.
[12] La república 26/06/94.
[13] Testimonio de Isidora Musco de Chávez del 10/06/85 ante la Comisión Investigadora sobre Situación de Personas Desaparecidas y Hechos que la Motivaron.
[14] Ibíd.
[15] Ibíd.
[16] Testimonio de Raúl Couto Pombo del 10/06/85 ante la Comisión Investigadora sobre Situación de Personas Desaparecidas y Hechos que la Motivaron.
[17] Isidora Musco de Chávez. Op Cit.
[18] Ibíd.
[19] Ibíd..
[20] Ibíd..
[21] Ibíd..

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