martes, 1 de abril de 2008

HELIOS SERRA SILVEIRA

Publicado en T y Utopia abril 2008.

Los antropólogos que integran el Equipo de Antropología Forense de Argentina, en estos últimos días culmino con la identificación en una tumba NN de la provincia de Buenos Aires del cuerpo del ciudadano uruguayo Helios Serra Silveira, secuestrado y desaparecido en Buenos Aires el 27 de junio de 1978.
Los restos que finalmente se concluyeron que pertenecían a Helios Serra, habían sido encontrados en la playa de Pinamar el 16 de diciembre de 1978 y habían sido inhumados como NN en un cementerio de la Argentina ese año.
De esta manera se concluye, para este caso, un capítulo de los más trágicos que vivieron cientos de ciudadanos uruguayos refugiados en el vecino país. Otros aspectos continúan reclamando la acción efectiva de los Estados, para satisfacer las obligaciones que ellos tienen con relación a los crímenes de las dictadura: toda la verdad y el enjuiciamiento a los responsables.
Cuando se produce su secuestro y desaparición, Helios Serra, cursaba estudios de francés en la Alianza Francesa y trabajaba en tareas de contaduría en el Hogar Obrero, sólo tenía 23 años. Los cumplía el mismo día en que su cuerpo fue arrojado por las aguas en una playa de Pinamar.
En Uruguay Helios militó en el Frente Estudiantil Revolucionario (FER). En esa agrupación estudiantil, fue un activo participé de las luchas contra la Intervención de la enseñanza y la Ley de Enseñanza, así como las grandes jornadas reivindicativas estudiantiles que precedieron a la dictadura. Una vez que la dictadura se instalo el 27 de junio de 1973, participó activamente en la huelga general. En setiembre de 1974 es detenido portando volantes de oposición a la dictadura, pero es liberado y opta por trasladarse a Buenos Aires en donde se vincula a grupos argentinos.
En una semblanza de Helios y su generación, se expresa: “Corrían aciagos días en Buenos Aires. Lo eran de papelitos picados en las calles y de pegotines distribuidos por la misma policía: “LOS ARGENTINOS SOMOS DERECHOS Y HUMANOS”. Se acababa de ganar el mundial de fútbol y los pulgares en alto de Videla señalaban el mejor momento, en cuanto a imagen, de la dictadura argentina. Eran momentos de contraofensiva para el discurso oficial: las revistas “PARA TI” y otras de su laya, organizaban campañas de envío de cartas al exterior “explicando” el error que se cometía al imputar a la Argentina semejantes cosas”.
A la casa de los padres de Helios Serra, llegaron luego del secuestro, quienes se identificaron como integrantes de los servicios de seguridad admitiendo que ellos lo habían detenido.
Helios había sido secuestrado en la calle Santa Fé y Riobamba, de Buenos Aires por un Grupo de Tareas dirigida por Julio Héctor Simón, el “Turco Julián”, un conocido represor argentino, que actuaba bajo la jurisdicción del Primer Cuerpo del Ejército Argentino.
Varios testimonios recogidos dan cuenta de que estuvo prisionero en el Centro Clandestino de Detención conocido como "El Banco", desde donde posteriormente habría sido trasladado a "El Olimpo", en donde permaneció hasta los primeros días de diciembre de 1978, cuando fue arrojado al Río de la Plata en un vuelo de la muerte.
Este caso, esta comprendido en las investigaciones que lleva a cabo en la Argentina el Juez federal Daniel Rafecas, y en las cuales fue procesado y encarcelado el grupo de represores que encabezaba Julio Héctor Simón.

LOS HECHOS.
El 2 de febrero de 1984, desde Estocolmo Roberto Ramírez, respondiendo a una solicitud de información que le fuera formulada por Ariel, el Hermano de Helios Serra, da cuenta de los siguientes hechos.
Que el día 27 de junio de 1978 había sido secuestrado en la vía publica y trasladado al campo clandestino de detención de “El Olimpo”. Que en dicho operativo había sido también secuestrado Helios Serra. Que ese día, ambos y una persona de un grupo de Córdoba llamada “Juan” debían encontrarse a las 20 horas en la calle Santa Fé entre Río Bamba y Avenida Callao. ”Harían unos 5 o 6 días de mi desaparición, relata Roberto Ramírez, “cuando fui llevado al lugar donde se torturaba con energía eléctrica (“quirófano”). Entonces, su hermano Helios ya se encontraba allí, amarrado a una plancha metálica, con el cuerpo desnudo. Fui desnudado también y colocado en una camilla al lado de la plancha donde estaba su hermano. Conectados en un mismo circuito a un dispositivo automático, recibimos los dos descargas eléctricas por varias horas”.
Mas adelante, sigue relatando Ramírez, “en el mes de agosto de ese mismo año las fuerzas militares trasladan “El Banco” a otro campo denominado “El Olimpo”. Allí vi a su hermano en varias oportunidades, hasta el mes de diciembre de 1978 (…) en que su hermano fue trasladado junto con otros desaparecidos. Desde entonces nunca más supe de ellos”.
Al referirse a la situación de Helios durante esa convivencia en los centros de tortura de la dictadura argentina, Ramírez recuerda: “(…) me pareció anímicamente fuerte, dentro de lo que uno podía estar en esas circunstancias. Su estado físico mostraba los efectos de la tortura y las condiciones imperantes (...) en sus relaciones con el resto de los desaparecidos mostró siempre una gran entereza y corrección. Yo guardo un buen recuerdo de Helios, en horas de pruebas como fueron aquellas”. Sobre este mismo aspecto, el testimonio de Oscar Alfredo González, dice: “(…) su moral era muy alta y que mantuvo un comportamiento muy noble y una dignidad que muchos hubiéramos querido haber sabido tener. Muchos de los que hoy estamos vivos, incluso con mucha experiencia política no tuvimos ni a la altura de los zapatos de una persona como Rolo (…)”. Otro testimonio, el Cid de la Paz, confirma el juicio de Gonzalez: “ (…)con su conducta demostró tener una altura moral y congruencia con la misma que muchos hubiéramos deseado poseer”.
Sobre el “traslado” de Helios, que era la forma de denominar los “vuelos de la muerte” ese mismo testimonio establece: “(…)los llevaron con los ojos fuertemente vendados y que antes de salir le pusieron una inyección (…) se trataba de PEN-NAVAL”.
Otro testimonio, en este caso de Horacio Cid de la Paz, relata el traslado expresando: (…) recuerdo perfectamente que los compañeros fueron sacados al patio formando una fila con los ojos firmemente vendados (…) frente al camión, luego se les iba aplicando la citada inyección e introduciéndolos ya en el camión. Esto se habría realizado con gran calma por parte de los compañeros. Desconozco que fue lo que se les dijo para lograr esa tranquilidad”. Continua Cid de la Paz: “Sé, porque lo vi, que en casos anteriores, sobre todo en los “traslados” realizados desde “El Banco”, en donde por su falta de espacio los compañeros que iban a ser llevados en el mismo eran formados dentro de la zona de celdas, que se les decía que iban a ser llevados en avión de cabotaje, por lo tanto en situación incómoda, a un sitio de detención lejano en el interior del país, y que, por esa razón, para evitar inconvenientes, se les iba a suministrar un fuerte calmante,. Si fue realmente su traslado final, si fueron o no tirados al mar o llevados a la ESMA es algo que con certeza sólo saben los ejecutores de tan grande crímen”.
Sobre los responsables de esos dos campos de detención, Oscar Gonzalez identifica al Mayor Minicuchi, el General Suárez Mason, los Coroneles Roberto Rowaldes y Ferro. El resto del personal que operaba desde estos campos pertenecía a distintas fuerzas de la represión argentina, entre ellos a la Policía Federal, a la Gendarmería y al Servicio Penitenciario.
En el trabajo que citamos más arriba, también se dice: “Es en este momento de ofrecer testimonio, que surge la doble dificultad de sustraerse del dolor por el compañero que nace, muere y vuelve a renacer todos los días, en la imagen detenida en el tiempo; y por otro lado, condensar en pocas palabras la pasión de vida de un luchador social al cual importa restituirle su identidad para comprender porqué fue “blanco operativo” de los sicarios”.
En ese mismo periodo, Helios Serra compartió en ese mismo lugar el destino de otros tres uruguayos: Raúl Olivera Cancela, Edison Cantero Freire y Fernando Díaz de Cárdenas también desaparecidos.

UNA REFLEXIÓN FINAL.
Rafael Videla, el Mayor Minicuchi, el General Suarez Mason, el Coronel Roberto Rowaldes y el propio “Turco Julián”, que orquestaron este plan siniestro que costó más de 30 mil desaparecidos, aun están vivos o murieron de la misma forma que termina su ciclo vital todo ser humano. Si así no hubiera sido, cabe en algún razonamiento noble y justo, incorporarlos junto a Helios Serra como victimas de la misma categoría.
Es cierto que para la madre de Videla, de Gavazzo, de Cordero, o de Helios Serra, la muerte de sus hijos puede ser de un dolor comparable. Pero el Estado, no puede ni debe razonar así.
Por esa y otras razones, rechazamos firme y enfáticamente la versión maniquea de la historia implícita en el proyecto del Poder Ejecutivo de reparación indiscriminada de victimas del terrorismo de Estado y ejecutores de ese mismo terrorismo.

Raúl Olivera Alfaro
Secretaria DD.HH y Políticas Sociales IT/CNT.

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