miércoles, 29 de marzo de 2006

EL ASESINATO DE NIBIA SABALSAGARAY: Las flores que no llegaron.

Publicado en Trabajo & Utopia Nº 56

El tristemente celebre Órgano Coordinador de Operaciones Antisubversivas (OCOA), que fue uno de los instrumentos mediante el cual la dictadura civil y militar uruguaya practicó el terrorismo de estado, aparece nuevamente implicada en el secuestro, tortura y muerte de Nibia Sabalsagaray, en junio de 1974.
A partir de que el nuevo gobierno no ha operado como lo venían haciendo todos los gobiernos que precedieron a la dictadura, no se han puesto trabas a la actuación de la justicia y ella empieza a arrogar luz sobre algunos hechos del pasado.
Efectivamente, el Juez Penal de 10° Turno, Rolando Vomero y la Fiscal Mirtha Guianze, tomaron declaración días pasado al Coronel (R) José N. Chialanza quien, estuvo al mando del Batallón de Ingenieros N° 5, donde Sabalsagaray fue torturada hasta su muerte.
Según las declaraciones del citado militar retirado, esa unidad militar, ubicado en Camino Casavalle 4600 en la localidad de Peñarol, sirvió como base de operaciones de la OCOA y en una de ellas, se produjo el secuestro de Nibia Sabalsagaray. Ese destacamento militar ya se había destacado durante la huelga general contra el golpe de estado, por la represión desatada contra los trabajadores de esa zona, y especialmente con los trabajadores ferroviarios en lo que resulto asesinado el sindicalista Gilberto Coghlan.
Durante muchos años, los militares mediante múltiples recursos, entre los que estuvieron las amenazas de desacato que motivaron la aprobación de la ley de caducidad, evitaron comparecer ante la justicia penal. Esta vez, el Coronel Chialanza pretendió testificar por escrito sin comparecer ante la sede judicial, lo que no le fue permitido por la Fiscal Guianze.
Nibia Sabalsagaray, tenía 24 años cuando en la madrugada del 29 de junio de 1974, cuando fue secuestrada del Hogar de Hijos de Obreros de Campomar por un comando integrado por tres uniformados y otras dos "personas de particular" bajo el mando del entonces Capitán Mario Roberto Segnini Sena. Militaba en el Centro de Estudiantes del Instituto de Profesores Artigas (CEIPA), y en la Unión de Juventudes Comunistas.
La posibilidad de que ese hecho criminal sea objeto de la actuación de la justicia, por supuesto que no es aún consecuencia de que nuestro ordenamiento legal se haya librado de ese engendro antijurídico llamada ley de caducidad. La participación en el operativo ilegal de dos personas de particular que podrían ser civiles de grupos paramilitares, es lo que permitió que esa denuncia fuera excluida por el Poder Ejecutivo del amparo en la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado.
Un médico militar, el Dr. José A. Mauttone, certificó que Sabalsagaray murió por "suicidio". Sin embargo, las marcas existentes en el cuello de Nibia no coinciden con las señas propias de un ahorcamiento voluntario. Murió a consecuencia de las torturas a las que fue sometida, más precisamente a la aplicación del llamado "submarino seco".
Aún no se había generalizado el recurso que posteriormente practicaría la dictadura para esconder sus crímenes, consistente en decir que se había fugado o que nunca había sido detenida y hacerla desaparecer. Entregaron el cuerpo sin vida a su familia con la prohibición expresa de abrir el féretro.
Desobedeciendo la prohibición, Marcos Carámbula, por entonces un avanzado estudiante de medicina, Francisco Laurenzo y Antonia Yañez, abrieron el cajón y constataron que el cadáver presentaba "múltiples hematomas" en sus miembros. Estas y otras observaciones sobre las marcas en el cuello, consultadas con el catedrático de la Facultad de Medicina, descartaron la posibilidad del suicidio dictaminado por el médico militar.
El poco creíble certificado del Dr. Mauttone sirvió para que la Justicia Militar archivara de inmediato el caso. La muerte de Nibia se sumó así, a las muchas que quedaron impunes.
La demanda que nuevamente han planteado sus familiares, continuara con la citación a otros conocidos torturadores: Miguel Ángel Dalmao Alvez, al “turco” Ohannessian y a Segnini Sena.
Nibia Sabalsagaray además de ser estudiante del Instituto de Profesores Artigas (IPA), ejercía la docencia en la enseñanza secundaria y tenía previsto contraer matrimonio cuatro meses después de resultar secuestrada.
Eran tiempos en los que nuestro país era gobernado por el dictador Juan María Bordaberry, acompañado como Ministro de Defensa Nacional por Walter Ravena y como Jefe del Ejército el Teniente General Julio César Vadora.
El advenimiento de la vida democrática en el Uruguay, permitió que el médico militar José Mauttone fuera sancionado en 1989 por la Comisión Nacional de Ética Médica y fuera expulsado del Sindicato Médico del Uruguay por autopsias que realizó a otros dos detenidos, también asesinados: Hugo De Los Santos y Alvaro Balbi.
Cuando un año después del asesinato de Nibia, se cumplía el primer aniversario de su muerte, al liceo donde ella dictaba clases de literatura sus compañeros deciden enviar a allí decenas de ramos de flores rojas con la leyenda “Para Nibia”. La Directora del liceo, denuncia el hecho a las fuerzas conjuntas quienes ocupan el liceo para llevarse detenidos a los empleados de las florerías que seguían llegando.

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