viernes, 29 de octubre de 2010

LA GOTA QUE COLMA EL VASO?

Publicado en BRECHA 29-10-10

En política suele ser recurrente el uso del recurso discursivo consistente en preguntar que es lo mas ajustado a la realidad, si ver el vaso medio lleno o medio vacío. A partir de esa contraposición, se busca neutralizar y relativizar una visión critica que pueda hacerse sobre la eficacia de la acción del gobierno. Cualquier discusión que se ubique en esa lógica, es políticamente improductiva, son miradas tuertas sobre la realidad.
Lo importante y sustancial para una fuerza política de izquierda comprometida con cambios profundos en una sociedad que en aspectos sustanciales fue edificada sobre paradigmas que se propone modificar, es seguramente la mirada sin autocomplacencia de lo que queda por hacer.: El vaso medio vacío nos marca el desafió del qué hacer futuro o de las cosas a corregir.

El vaso medio lleno, es también importante, entre otras cosas y fundamentalmente, porque es la condición indispensable que nos permite abordar con mayores certezas los desafíos del futuro. La visualización de lo que se hizo, permite lograr apoyos y capacidades indispensables a la hora de poner en práctica la acción de gobierno para llenar en el futuro los vacíos existentes.

No se puede desconocer, que el largo recorrido de acumulación que debió realizar la izquierda para llegar al gobierno, construyo junto a la fortaleza de su organización, un cúmulo de expectativas firmemente arraigadas en su militancia. Es desde esa construcción histórica de la fuerza de izquierda, que debe medirse la realidad total del vaso.

Tampoco se puede desconocer, que esas expectativas han sabido ser por lo general – aunque con excepciones -, administradas por la militancia de acuerdo a los tiempos y las condiciones objetivas existentes. Esa administración de las aspiraciones o reivindicaciones históricas cuando justamente la izquierda se ubicaba en el gobierno, como lugar privilegiado para su materialización, suele ser orgánica e individualmente vivida con grandes tensiones y hasta dramatismo.

Esas tensiones dramáticas vividas y sufridas - ya sea en el marco de una orgánica sana y saludable de una organización políticas o en la soledad mas absoluta -, corren el riesgo de transformarse en una suerte de “divorcio” o cuestionamiento al grado de representatividad que la organización política mantiene con relación a las expectativas de sus integrantes.

Ese “divorcio” político o ruptura de la continuidad en la medida que la política es fundamentalmente el producto de una forma especifica de la relación de las personas agrupadas en grupos de intereses, tiene su proceso, sus señales y hasta su “duelo”. Algo de eso, seguramente fueron las señales que se emitieron en las ultimas instancias electorales, en la crisis de militancia, en la apatía y la falta de participación.

De ahí, que una cualidad imprescindible de una organización política de izquierda, sea su continuidad, habida cuenta de que el proceso de cambios que esa fuerza política se comprometió históricamente a llevar a cabo, son parte de un proceso de largo aliento tanto en su desarrollo como en su concreción final.
Sin embargo esa continuidad, no es un atributo que pueda resolverse bien de cualquier manera y forma. En el mundo hay muchos ejemplos de “reciclajes”, de “agiornamientos” y hasta de “travestismo” político, con los que se a intentado resolver una ruptura en la continuidad de una organización política.

Esas rupturas de la continuidad, muchas veces es el resultado de tensiones endógenas, y otras veces por razones marcadamente exógenas. Y en la mayoría de los casos, es el resultado combinado de ambos aspectos. Dicho de otra manera, la trayectoria de una organización política, es en parte, la historia de cómo resuelve sus crisis de continuidad, en el curso del devenir histórico de las condiciones objetivas y subjetivas.

Pocas veces, esa resolución de una crisis de continuidad, es sin desgajamientos y desprendimientos políticos. Según la profundidad de esos desprendimientos, nos encontraremos ante la conformación de nuevas organizaciones políticas o simples “daños colaterales”.

En la historia de la izquierda uruguaya con un fuerte componente ideologico y una acentuada cultura de la unidad, se pueden constatar procesos de rupturas, de todos los tipos. Pero creemos sin temor a equivocarnos, que de todas ellas, si bien se ha salido mal heridos, por regla general no se han afectado seriamente la continuidad de un pensamiento y una cultura de cambio y lucha contra la injusticia.

A pesar de que claramente la continuidad de una organización política, esta conformada por un núcleo duro constituido entre otros elementos por una historia común y un conjunto de ideas fuerza o acerbo ideológico, es también indispensable un grado de credibilidad de la conducta de sus dirigentes y de los mecanismos de funcionamiento de la organización política.

Dicho de otra manera y volviendo al tema del vaso medio lleno o medio vacío, lo que hoy esta en cuestión a partir del apartamiento doble – en lo que hacen o dicen que se debería hacer y las sinrazones con las que se intenta fundamentarlo -, de algunos dirigentes y parlamentarios de las decisiones de la fuerza política con relación a la forma (tardía) que el gobierno de izquierda resuelve el tema de la impunidad, es la credibilidad del vaso.

Además de empezar a terminar con una cultura de impunidad que permitió que la ley de caducidad sobreviviera durante 34 años, el Frente Amplio tiene la oportunidad de revalorizar una cultura de izquierda en constante desafió y combate a toda forma de injusticia. Ojala no la desperdicie.

Tomado de BRECHA, 29/10/10.

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