sábado, 26 de julio de 2008

HACE 33 AÑOS

Publicado en La República 26/07/08

El 26 de julio, de 1975 se constituía el Partido por la Victoria del Pueblo. Lejos del país, de sus familias, con decenas de sus militantes en las cárceles de la dictadura -pero pensando cómo derrotar a la dictadura que imperaba en Uruguay-, treinta y tres años atrás, un grupo de entrañables compañeros culminaban un rico proceso de discusiones que constituirían las bases teóricas y políticas del PVP. Se trataba de un emprendimiento partidario que hundía sus raíces en la historia del Uruguay, a partir de las trayectorias de quienes se auto convocaban para luchar por la victoria del pueblo.
Recordar esa fecha, desde la organización política que lleva ese mismo nombre y ese mismo objetivo, implica siempre recordar a los compañeros.
A los compañeros que no están. No están, porque la patota criminal de la dictadura, creyó que eliminando su presencia física tan cargada de significados, instalaba para aquellos momentos y los del futuro, el miedo y la derrota.
Sin embargo, están presentes con ese ejemplo de vida y de muerte, tan necesario tener en cuenta en estas épocas, a veces, poco propicias para abordar en su justo término el pesado pasado de nuestra historia.
Evocar a los compañeros que cayeron en un compromiso que no tuvo más límites que su entrega total, es una obligación que siempre ayuda a pensar y resolver los desafíos actuales. Y porque no tuvo límites, debemos sentirlos presentes hoy, mañana y siempre.
Esa, también es una dimensión de la Victoria del Pueblo.
Presentes en la renovación del compromiso que es necesario hacer todos los días. En cada una de las acciones de las organizaciones que luchan por ese mundo nuevo que para ellos fue un sueño pendiente y que es el desafío que nos dejaron como herencia. En cada pelea resistiendo el neoliberalismo enquistado en muchos aspectos de nuestra sociedad; en cada grupo humano que intenta denodadamente superar los terribles obstáculos que le pone la ideología neoliberal presente aún en nuestro tejido social a todo lo que sea colectivo, solidario, a todo lo que signifique el hombre o la mujer organizada.
El modesto acto de juntarnos, ya sea para reflexionar o recordar juntos, o simplemente para sentirnos juntos en esa comunión que siempre es imprescindible establecer con nuestra historia, es algo que debemos valor con la importancia que se merece.
Aún en tiempos de silencios cómplices, de renunciamientos disfrazados, el hablar, el poder mirarnos a la cara, el no renunciar, el mantener la mira en alto y el soñar con la utopía, siempre fue para nosotros, el más íntimo y sentido homenaje que podemos brindarle a todos los compañeros- que nos precedieron y nos dejaron una bandera roja y negra bajo la cual ondear nuestras esperanzas.
En estos últimos años, desde diversos ángulos, el tema de los derechos humanos esta en la agenda de los uruguayos. La tortícolis a la que nos habían querido condenar los gobiernos postdictatoriales, para no mirar el pasado, no ha sido todo lo efectiva que pensaron.
Esa, también es una dimensión de la Victoria del Pueblo.
Desde esta organización política hemos querido seguir mirando el pasado, porque queremos ver el presente y poder pensar el futuro de nuestros hijos y nietos.
Y esa es una dimensión de la victoria del pueblo.
Hemos sabido seguir levantando esas banderas con dignidad. Aún en periodos- a veces más largos que los deseados y recomendados para la salud democrática de un país-donde el tema de los desaparecidos pareció quedar confinado a la casi única preocupación de limitados sectores de la sociedad. Pero siempre, cual profunda e incontenible corriente subterránea, hemos sido uno de los modestos cauces por donde a irrumpido e inundado a la sociedad toda.
Esa, también es una dimensión de la Victoria del Pueblo.
Cuando el terrorismo de Estado de las dictaduras del cono sur empezaron a instrumentar este perverso mecanismo de hacer desaparecer a los opositores, a planificar vuelos sobre el Río de la Plata para arrojar vivos al mar a los compañeros secuestrados, entre otros efectos se buscó poner en marcha un mecanismo similar a la detonación de un disparo asesino, que no tiene fin. Que sigue resonando y en el que el proyectil sigue hundiéndose en la carne indefensa de la sociedad. Hoy quienes mediante su complicidad siguen haciendo que la detonación siga resonando en nuestros oídos, y que su trayectoria de muerte siga hiriendo las carnes de la sociedad uruguaya; son también parte del mecanismo de la desaparición.
Juramentarse para poner fin a ese estado de situación, solo es posible, para quienes creen en la victoria del pueblo.
Como Partido no admitimos que nos impusieran una tortícolis política que nos impida valor en su justo término, la forma en que se nos impuso la renunciación del Estado a hacer justicia con los militares y civiles del proceso incursos en gravísimas violaciones a los Derechos Humanos. Y por lo tanto en los debates y las denuncias que en el ámbito nacional e internacional nos preguntamos hasta donde un pueblo por el mecanismo que sea puede renunciar a normas imperativas del Derecho internacional como la Convención interamericana sobre desaparición forzada de personas que no admiten acuerdo en contra. O dicho de otra manera, el Estado no puede ampararse en su derecho interno ni en acuerdos en contra de un derecho que sean producto de decisiones populares como es el de un Referéndum, para violar el Derecho Internacional.
Reconocer esa anomalía de nuestra democracia y encontrar los mecanismos que permitan superar esa situación, es un gran desafió. Y por eso en este 33 aniversario, nos encuentra embarcados en el desafió de lograr las firmas necesarias para que junto a la conquista del gobierno en las próximas elecciones nacionales, terminemos con todos los vestigios de la impunidad.
¡Arriba los que luchan y que vivan los compañer@s.
Raúl Olivera
Integrante del Sec Ejec del PVP-Frente Amplio.

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