lunes, 16 de noviembre de 1998

LOS DERECHOS HUMANOS: Y LOS TIEMPOS DE LAS CAMPAÑAS ELECTORALES.

LOS DERECHOS HUMANOS: Y LOS TIEMPOS DE LAS CAMPAÑAS ELECTORALES.


Sin duda, los analistas políticos, los equipos de asesores y todo ese personal que en estos tiempos se transforman en los “horóscopos” que no deben dejar de consultarse por parte de los distintos partidos políticos y sus lideres, aconsejaran sobre las formas y los contenidos que deberán darse en sus campañas al tema de los Derechos Humanos y entre ellos al de los desaparecidos.
Quienes miran para delante desde el punto de vista de su futuro político, abren los ojos que también tienen en la nuca, aunque más no sea en estos cada vez más extensos periodos electorales.
Cada candidato o postulante a serlo, hundirá sus actuales pronunciamientos en el pasado y tratara de encontrar en este tema una salida que guarde algo de coherencia, ya sea con sus claudicaciones o con sus compromisos del pasado.
Algunos aparecerán como recién llegados al país, como si en estos largos años de reclamo de Verdad, no hubiera contado con su presencia en cargos desde los cuales hacer posible la Verdad.
Se tratara de una operación de marketing político, en el que se sobrevolara sobre el tema tratando de ser tan ambiguo como se lo permitan. O se tratara de un verdadero compromiso que por fin se transforme en una acción valiente y acorde a los nuevos vientos que en el mundo empiezan a soplar de acuerdo a aquella frase que dice: Derechos Humanos, los gobiernos los aprueban, los pueblos los conquistan.
Pero más allá de cualquiera que sean las opciones que se tomen, es importante que desde la sociedad civil se establezcan los parámetros que permitan medir y evaluar cualquier definición sobre este tema. Tanto de las que tienen “olor”a verdad, como de aquellas que solo constituyen “promesas que pronto se olvidan”.
El “nunca más”, el nuevo Uruguay entrando al siglo XXI, quedará en piadoso deseo, si lo que se intente sea recrear un nuevo recomienzo democrático basado en el olvido, el silencio, el encubrimiento.
Nuestro país intentó muy rápido poner punto final a la historia de la dictadura mediante la Ley de Caducidad. Pero el que pensó que con ella se podía instaurar la paz social, alimentó una ilusión. A casi 15 años de finalizada la dictadura, el tema esta, aunque a muchos les pese, en el orden del día.
Los que nos rebelamos contra las distintas formas que adopta la impunidad, recibimos a diario la acusación de tener un espíritu vengativo. Cuándo en los Tratados, Convenios, Pactos y Declaraciones de carácter internacional, se afirma el carácter negativo que para las sociedades tiene la impunidad, ¿se quiere decir que cuando la humanidad pone a la Justicia como un Derechos Humano, esa definición está cargada con espíritu vengativo?.
Los que abrieron el camino de la impunidad, han puesto en duda el pilar fundamental de un Estado de Derecho, que es la Justicia. Y con una duda de ese tipo, es difícil construir una verdadera paz social.
La Justicia la sentimos como la condición indispensable de la reconciliación y pilar fundamental del “Nunca Más”. De no ser así, los dictadores potenciales del futuro y sus colaboradores habrán de entender la impunidad como un signo de estímulo y también por eso deberá ser impedida. Por eso también vemos con esperanza la prisión del dictador Pinochet y su posible juzgamiento por la justicia española.
Denunciar los crímenes y cuando la culpabilidad es comprobada, aplicar la penalización correspondiente es la función de protección y paz del Estado. Y cuando estos no asumen esa responsabilidad, no debe quedar instaurada la impunidad. Por esa razón también vemos con esperanza la creación de una Coste Penal Internacional.
La acción política tiene que llegar más allá de lograr un sistema de prosperidad económica, tiene que sentar normas éticas e interceder para que se haga uso de estas normas.
La falta de justicia mantiene a las sociedades en una condición de conflictos sin resolver y de represión sicosocial. La verdad como principio imprescindible para una catarsis de la sociedad y para un nuevo comienzo democrático, no debe quedar como hermosos enunciados, sino como firmes realizaciones. Los crímenes de lesa humanidad deben hacerse públicos, a fin de poder comenzar una “superación” del pasado.
Una mayor conciencia de no olvidar y la fe en la justicia son valores que se pueden y se deben transmitir cada vez a más personas.
En este rubro esencial de la accion politica, tambien se opera una operación verdad, de la que todos debemos estar alertas para sacar las concluciones adecuadas.

Raul Olivera
Integrante de la Secretaria de Derechos Humanos y Politicas Sociales del PIT/CNT.

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