lunes, 2 de diciembre de 2013

HOMENAJE A ELENA EN CONGRESO DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA.

Hay cosas que los seres humanos realizamos como operaciones de la memoria, que son buenas en sí mismas. Esta que hacemos hoy, homenajeando a la Maestra Elena Quinteros, es una de ellas. Pero si además se encuadra en una actividad que apuesta a construir una Universidad con capacidad transformadora y crítica, que promueva ideales y compromiso con el cambio social, esta mejor aún. Por eso intentamos hoy, introducir este rescate de la memoria de una luchadora social, desaparecida en el marco de las políticas de terrorismo de Estado con una serie de interrogantes. ¿Sobre qué hechos queremos poner nuestra atención hoy, cuando los temas de la educación sacuden las propuestas de las políticas públicas de los gobiernos de turno, sin dar en el clavo? ¿Qué ejemplos de la vida y el compromiso de esta educadora queremos rescatar hoy, en esta sociedad que padece aún los efectos combinados de los largos años de dictadura y de las políticas neoliberales de los años 90? ¿Qué respuesta en la lógicas de “hacer la tuya”, le podemos dar a la vida y la desaparición de Elena Quinteros? ¿Cuál era para Elena “la suya”? …………………………………… Para responder a esas interrogantes recordemos que, mientras Elena cursaba sus estudios de Magisterio, fue una activa integrante de la Asociación de Estudiantes de Magisterio y una vez que se recibió de maestra y pasó a desempeñarse a nivel del sistema educativo público, desarrolló actividad gremial en la Federación Uruguaya de Magisterio una de las filiales de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT). Elena creía en la acción colectiva de los trabajadores y los estudiantes y la practicaba. La lucha de los trabajadores en ocupaciones de fábricas o marchas reivindicativas de trabajadores rurales, así como la denuncia a la acciones imperialistas formaba parte de la cotidianeidad del movimiento estudiantil de esos años. Su militancia política la realizó acompañando el proceso de una corriente libertaria en la Federación Anarquista Uruguaya, en la Resistencia Obrero Estudiantil, en la OPR 33 y finalmente en el Partido por la Victoria del Pueblo. A partir de su actividad como estudiante y como docente, estuvo al frente de las movilizaciones, reclamando un presupuesto digno y adecuado para atender las necesidades de una autentica formación de los maestros. Contribuyó junto a otros de su generación a la creación de una nueva conciencia en varias generaciones de maestros acerca de lo que debe ser la labor magisterial en el Uruguay. A partir de esa influencia cientos de maestros y maestras uruguayas graduados posteriormente a 1966, testimonian sobre el ejemplo y las ideas desarrolladas por aquellos educadores que se convirtieron en animadores de una transformación en la mentalidad de los estudiantes del Instituto Normal. Esa labor consecuente y firme de esas nuevas camadas de estudiantes formada al influjo de esa generación, permitió a un número muy importante de maestros y maestras comprender que la realidad del Uruguay, les reclamaba un compromiso con los sectores oprimidos, explotados del pueblo, amenazados por un incierto y oscuro futuro. A partir de esa comprensión, se instaló entre los estudiantes de magisterio y los nuevos maestros, una idea que orientaría por algún tiempo su acción tanto en las aulas, en las relaciones con los otros maestros; y en la relación con los padres de los alumnos. Esa idea que también encarnaría la labor magisterial de maestros y maestras consistía en no ser maestros al servicio del privilegio, y ser maestros al servicio de los intereses auténticos del pueblo. Ese desafío de los estudiantes y maestros uruguayos, rebelándose contra un estatu quo existente que pretendía que fueran instrumentos del sometimiento ideológico y cultural del pueblo, fue un crisol en el que se forjo una generación de luchadores sociales. Para esa generación, la labor docente solo podía ser concebida, construida con la verdad, sin claudicar denunciando la situación de un país que estaba siendo llevado al abismo por les intereses nacionales vendidos a los monopolios y al imperialismo. Ese compromiso asumido plenamente por el magisterio uruguayo, le significó a Elena su secuestro y desaparición; a Gustavo Inzaurralde su secuestro y desaparición en Paraguay, a María Emilia Islas su secuestro y desaparición en Argentina, a Telba Juarez su asesinato en las calles de Buenos Aires, y podríamos seguir dando nombre de decena de quienes habían optado por el campo de la docencia, que tuvieron que afrontar, la tortura, la cárcel y el exilio. …………………………………………………. Elena había nacido en un hogar de familia trabajadora. Su madre María del Carmen Lidia Almeida (Tota Quinteros) y su padre Roberto Luis Quinteros. La primera practicante de la región cristiana y el segundo de ideas socialistas, influyeron de forma importante en su formación temprana. Al igual que muchos otros jóvenes cristianos Elena se va acercando cada vez más al movimiento revolucionario, hasta que un día cambió la misa de los domingos por las reuniones gremiales y políticas. La casa de la familia Quinteros se fue así convirtiendo en un refugio para cobijar reuniones gremiales e incesantes debates políticos de jóvenes que junto a la discusión gremial y política intentaban generar una nueva cultura. Elena ingresó a estudiar Magisterio en el año 61 y años después se integra a las Misiones Sociopedagógicas, acompañando la iniciativa de los maestros del Instituto Cooperativo de Educación Rural. Sus compañeros y compañeras la recuerdan “como una hormiga, una hormiga discreta, una hormiga conspirativa, una hormiga que cualquier tarea se le podía confiar que se sabía que la iba a llevar adelante A los 22 años de edad sufre su primera detención y a los 24 años es procesada y recluida en la cárcel de Cabildo donde participa de una huelga de hambre reclamando mejores tratos. Tras su liberación, regresa a sus tareas en la escuela de Pando donde es recibida con alegría por los niños y vecinos de la zona. Tras el golpe de Estado del 27 de junio de 1973, Elena se sumerge en la organización de la resistencia que se manifiesta en la huelga general y posteriormente en la reorganización clandestina de actividades militante. El largo proceso de conformación del PVP la obliga a desplazarse asiduamente entre Uruguay y Argentina. El 5 de mayo de 1975, en el marco de un nuevo embate represivo contra su organización política, Elena es requerida por la dictadura y se traslada a Buenos Aires. Al mes siguiente es destituida de su cargo de maestra. En los primeros meses del 76 regresa en forma clandestina a Montevideo. Bajo otra identidad, vive en un apartamento en la calle Massini, hasta su secuestro el 26 de junio de 1976, cuando aún no había cumplido 31 años, Dos días después de su detención, con la excusa de entregar a un compañero, se hace llevar a las inmediaciones de la embajada de Venezuela. Allí logra escapar de sus captores, e ingresa a los jardines de la sede diplomática solicitando refugio. Los militares irrumpen a la fuerza en la embajada y la secuestran, por segunda vez. Elena es conducida al Batallón de Infantería Nº 13, donde fue torturada y posteriormente es ejecutada. Hasta hoy, Elena continúa desaparecida y las fuerzas armadas responsables de su secuestro guardan silencio sobre el destino de sus restos. La justicia solamente ha procesado y condenado al entonces Canciller de la dictadura Juan Carlos Blanco. Los otros responsables civiles y militares de su secuestro, torturas y muerte continúan impunes. Ese acto reparador de la verdad y la justicia, está aún pendiente. Está también pendiente una respuesta al gobierno de Venezuela que tras los hechos de 1976 rompió relaciones diplomáticas con Uruguay y las reanudó el 1º de marzo de 1985 tras el compromiso de que Uruguay estableciera la verdad de los hechos y llamara a responsabilidades a sus autores. ………………………………… Hoy hasta esta carpa que lleva su nombre y la preside su imagen, Elena ha vuelto una vez más, con su túnica de trabajadora social, con su bufanda y su pelo desordenado, con sus ojos negros de mirada intensa, con su aire de muchacha de barrio humilde, para decirnos que “la suya”, es la de “todos nosotros” porque cree, como ayer, en un mundo nuevo. Presente, Elena.

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