lunes, 18 de agosto de 2014

JORNADAS DE TRABAJO: DIALOGO ENTRE LOS ACTORES DE LA REPARACION INTEGRAL.

PONENCIA DE RAUL OLIVERA EN REPRESENTACION DE LA SECRETARIA DE DD.HH DEL PIT/CNT EN LAS “JORNADAS DE TRABAJO: DIALOGO ENTRE LOS ACTORES DE LA REPARACION INTEGRAL.
4 de Octubre de 2012.

Nos han pedido que respondiéramos a tres preguntas. Previamente queremos realizar unas pequeñas consideraciones.
En nuestro país con relación a acciones efectivas de reparación, por iniciativa propia del Estado – o dicho de otra manera, iniciativas de quien produjo los daños que hay que reparar -, podría afirmarse que es poco lo que se ha realizado en función de la profundidad del daño que el Estado terrorista causo. Poca iniciativa, tarde y a muchas veces a desgana.
Tan tajante afirmación, no impide reconocer que en los últimos años, se han hecho cosas. Se han tomado por parte del Estado, - por lo general obligado por condenas internacionales o por la persistencia de las organizaciones sociales-, algunas medidas tendientes a la Reparación de los efectos de las políticas delictivas que se llevaron a cabo apartándose de las normas del derecho nacional e internacional. Esas políticas, es importante anotar se llevaron a cabo durante el período pre-dictatorial, dictatorial cometiendo aberrantes violaciones a los derechos humanos, y pos-dictatorial llevando a cabo o permitiendo la impunidad.
Sobre la primera pregunta: ¿Qué está intentando hacer hoy en materia de Reparación el movimiento sindical?
Dos cosas a la vez. Tratando de establecer una  articulación entre la resolución de determinados desafíos coyunturales y al mismo momento, reparar y fortalecer el tejido social, la sociedad civil, el movimiento popular.
En ese marco, lo que estamos tratando de hacer con el resto de las organizaciones de la sociedad civil, está íntimamente relacionado con lo que hicimos en la etapa anterior.
Nos referimos a los esfuerzos realizados para lograr que el parlamento dictara una norma legal que otorgara al sistema judicial herramientas eficaces para terminar con la impunidad.
Hoy tenemos planteado el gran desafío de evitar que superada la impunidad jurídica, no terminemos sumergidos en la impunidad fáctica.
Nunca dudamos, y hoy menos que nunca, que sin un movimiento popular fuertemente organizado y comprometido con una cultura de respeto y promoción de los derechos humanos en su mas amplio espectro, mas allá de que estén reconocidos en las constituciones, convenios y tratados internacionales, esos derechos son letra muerta.
Con ese norte, a partir de esa concepción estratégica fue que en oportunidad del fracaso del primer intento de dictar una norma que permitiera cumplir con la sentencia de la Corte IDH, pusimos nuestros esfuerzos para que el Poder Ejecutivo definiera la forma de dejar sin efecto las resoluciones administrativas que en el pasado comprendieron a las denuncias en la ley de caducidad; se realizaran las comunicaciones oficiales y formales a todos los poderes del Estado de la sentencia del caso Gelman y por ultimo lograr que la fuerza de gobierno, luego de la experiencia del fracaso de la ley interpretativa volviera a asumir la responsabilidad que les correspondía dictando una norma que asegurara la acción de la justicia.
En ese escenario fue de fundamental importancia, el lograr agrupar a las organizaciones sociales en un posicionamiento unificado de la sociedad civil. A partir de ahí, tuvimos los dos elementos imprescindibles de todo proceso de lucha: un programa que se expresó en un proyecto de ley, y un núcleo de fuerzas sociales atrás de él.
Sin embargo – y esa es una de las dificultades a superar -, no existió en los hechos una evaluación colectiva de cómo el Programa que levantamos en la etapa anterior se materializaba en hechos concretos de avances sustanciales en la erradicación de la impunidad.. Lo interesante de batallas como esta, es no solo contar con las fuerzas de uno, sino saber recoger y potenciar aquellas que existen en el escenario político, social y académico
Estamos convencidos que nuestra acción contribuyó a que el rumbo que finalmente tomó el cumplimiento de la Sentencia de la CIDH.
Hoy a partir de un nuevo escenario nos encontramos en los tramos finales de materializar un Observatorio de seguimiento de las causas judiciales de derechos humanos en la que estaremos la inmensa mayoría de las organizaciones de la sociedad civil.
Los acuerdos que nos permiten hoy pensar y sostener que la construcción del Observatorio, es una herramienta que puede y debe contribuir a empezar a erradicar los reductos aun existentes de la impunidad, se construyeron a partir de desentrañar los desafíos actuales en el campo de la lucha contra la impunidad, y llegar a la conclusión de que  era necesario realizar un detenido y atento recorrido por algunos de los elementos que constituyen la actual coyuntura.
Un elemento, de esa coyuntura, es sin duda la Sentencia, que condenó al Estado uruguayo a investigar y el juzgar las violaciones del terrorismo de Estado. Para que eso fuera una realidad, no alcanza que de hayan desarchivado causas, que se hayan removido los obstáculos jurídicos que obstaculizaban la actuación del sistema judicial. Es fundamental, que esa acción del sistema judicial pueda ser llevada a cabo de manera eficaz y en plazos razonables.
Hace pocos días, la consultora FACTUM dio a conocer una encuesta de opinión, en la cual se revelaba un cierto estado de una supuesta “opinión pública”. Entre otros aspectos, con respecto al juzgamiento de los responsables de violaciones a los derechos humanos.
Sabemos que los estados de opinión pública, son muchas veces el resultado de una suerte de manipulación de los medios masivos de comunicación pública, a la que no es ajena la influencia desde los centros de poder político. Y por supuesto, sabemos también, que las conductas políticas, los posicionamientos de la ciudadanía, son en parte una consecuencia de esa suerte de  ese “estado de la opinión pública”.
También es cierto, que la importancia que algún tema tiene en los escenarios políticos, no siempre se corresponde a la importancia que le atribuye esa “opinión pública”. Dicho de otra manera, pese a la manipulación mancomunada de los medios de comunicación pública y de los centros de poder político, algunos temas “escapan” a las intenciones y los pronósticos de los analistas políticos.
Muchas veces el tema de las “violaciones a los derechos humanos”, se diagnostico laudado, cerrado. Otras tantas, se afirmo que ningún militar iría preso por esos hechos. Sin embargo, ese tema ordeno en los últimos treinta años, la agenda política del país y muchos militares violadores de los derechos humanos, han sido procesados y condenados.
Realizadas estas anotaciones previas, pasemos a lo que nos interesaba destacar, en el marco de la identificación de las dificultades que se nos presentan.
Según la mencionada encuesta el tema del juzgamiento de los responsables de violaciones a los derechos humanos, a juicio de la “población” no es uno de los problemas que tiene el Uruguay. Está en el último lugar. Solo un 2% de la población, piensa que ese es uno de los problemas principales que padece nuestro país.
Otra “información” que nos da la mencionada encuesta, es que a partir de un análisis de cómo la población evalúa el desempeño del actual gobierno con relación al juzgamiento de las violaciones a los derechos humanos, ese tema esta en segundo lugar entre los mejores evaluados (un 58%).
El sentido común, podría llevarnos a pensar, que hay una relación de causa-efecto entre una y otra opinión. Dicho de otra manera, el tema no es un problema del país, porque el gobierno lo esta resolviendo bien.
Pero no hay peor respuesta que aquella a una mala pregunta. ¿El juzgamiento a los violadores a los derechos humanos, es un problema del gobierno? ¿Cuándo a un ciudadano lo interrogan para sacar estas conclusiones, le aclaran que el juzgamiento es una responsabilidad del Estado?
Sin duda que el papel determinante – pero no exclusivo-, de responsabilidad de las políticas de impunidad que imperaron en el Uruguay durante casi 30 años, del Poder Ejecutivo comprendiendo en la ley de caducidad todas y cada una de las denuncias que llegaban al Poder Judicial, le otorga hoy un papel relevante al cambio operado en la administración de Tabaré Vázquez y en otra dimensión al de José Mújica.
Sin embargo, ese reconocimiento – positivo, sin duda-, no debe opacar una realidad. Que la obligación legal de juzgamiento de las graves violaciones a los derechos humanos es una obligación global del Estado, y por lo tanto es indispensable una acción proactiva de todos los poderes del Estado. Cosa que percibimos, no existe con suficiente claridad y contundencia.
Dicho de otra manera, no alcanza con que haya desaparecido el impedimento de una norma que obstaculizaba la acción del sistema judicial, si desde esferas del Poder Ejecutivo se ponen trabas, no se accede a los archivos militares o se menoscaba la acción de los jueces cuando ponen ingentes esfuerzos por arrojar luz sobre hechos ocurridos hace tantos años y sobre los que nunca se había hecho nada.
O que el Parlamento sancione leyes, que posteriormente el Ejecutivo no reglamente y sean un simple progreso manuscrito. Tal es el caso de la ley 18.435 que creo el Archivo Nacional de la Memoria en diciembre de 2008, y que al no haber sido reglamentado, es letra muerta.
Sin duda que la materialización en estos próximos días del Observatorio del estado de las causas judiciales sobre violaciones a los derechos humanos por el terrorismo de Estado, permitirá, además, de un conocimiento más acabado por parte de la ciudadanía de los problemas que aún subsisten en torno a la impunidad, las responsabilidades que le caben a cada poder del Estado. Y sobre todo logar que se articulen soluciones adecuadas y eficaces para ellos.
En la medida que nos encontramos en un taller de trabajo, vamos a dar a cuenta de algunas informaciones que ampliaremos en esta misma sala el próximo miércoles 10, con la palabra de Lorena baladini investigadora del CELS de Argentina y el juez de la Corte IDH Alberto Pérez Pérez.
La Sentencia de la Corte IDH ordenó al Uruguay, que investigara las violaciones de derechos humanos, eficazmente, en un plazo razonable, castigando a los responsables y que se quitara todo aquello que lo obstaculizara. Dicho de otra manera que se garantizara el pleno acceso a la justicia.
El inicio del cumplimiento de lo dispuesto por la Corte IDH, ha provocado la  reactivación de antiguas causas que se encontraban archivadas y la  presentación de nuevas denuncias.
Ante el escenario que eso creó, las organizaciones de Derechos Humanos, en el marco de un acuerdo entre el PIT/CNT con el CELS (Argentina) y la Universidad George Mason (EE.UU) en colaboración con la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos del Perú, hemos estado trabajando en la conformación un Observatorio sobre el estado de las causas judiciales por violaciones a los DD.HH radicadas ante el Poder Judicial uruguayo.
¿Con que objetivo? El de realizar el seguimiento de las políticas públicas en materia de derechos humanos, con la finalidad de mejorar o perfeccionar su eficacia con relación a garantizar el pleno acceso de las victimas a una justicia efectiva y el juzgamiento de los responsables de las violaciones a los derechos humanos.
El OBSERVATORIO, intenta ser para las organizaciones de derechos humanos y la sociedad y el sistema judicial, una herramienta para interactuar, en el nuevo escenario que se instalo recientemente en el Uruguay con la sentencia de la Corte IDH. Un nuevo escenario que debe resolverse adecuadamente, terminando con las políticas de impunidad. La existencia de esas políticas, instaladas en el Uruguay a partir de que nuestro sistema político, no quiso o no supo enfrentar hechos muy dolorosos y traumáticos de nuestro pasado reciente, con las herramientas construidas por el derecho internacional, le ocasionaron mucho daño al tejido social y a la institucionalidad democrática. Esas conductas, aun hoy se manifiestan en la ausencia de políticas claras en algunos niveles del Estado. Esos resabios, que aún subsisten, nos planean un desafío jurídico, político y ético, que tiene que ser resuelto adecuadamente. Los más de 30 años que abarcan el periodo analizado en el Observatorio (1981 – 2012), nos brindan  ciertos “datos” que dan cuenta de un largo reclamo de sectores importantes de nuestra sociedad buscando pacifica y sostenidamente restablecer el principio democrático de que todos debemos ser iguales ante la ley. Esos “datos” de una realidad presente, tendrán la responsabilidad de graficar aspectos sustanciales de un prolongado desafió que aun tiene la sociedad uruguaya y frente a los cuales distintos actores estatales y sociales, deberán asumir la responsabilidad de actuar en consecuencia.
Unas ultimas palabras. La palabra observatorio, suele darnos la idea de un lugar desde donde se mira. Para que no sea solo eso, sino un ámbito de propuestas y lucha, le hemos puesto un nombre a ese observatorio, para que no nos olvidemos de que es eso. Lo hemos denominado Luz IBARBURU en homenaje a quien fue ejemplo de lucha.


No hay comentarios:

Publicar un comentario