(trabajo inconcluso)
“Los que pueden entender ya lo saben, los
otros, no comprenderán nunca y, además, no importan”.
Juan
Carlos Onetti
Si
hay un terreno que nunca puede ser neutro, es el de la política. Es un terreno
donde hay que tomar partido, y donde aun sin estar integrado a una organización
política, se es en algún momento, orgánico de alguna propuesta, ya sea esta
puntual o de carácter más permanente. El grado de organicidad, en ese marco, es
variado. Pero, cuando se toma partido por alguna causa, se es de alguna manera,
orgánico de ella.
Aún
en el caso de la más tenue organicidad, la previsión es un atributo a la hora
de cualquier comportamiento político, ya sea individual o colectivo.
En
el caso de las organizaciones políticas, la previsión más que indispensable, es
–o deberá ser -, indispensable.
En
el tema de la impunidad en el Uruguay, es interesante anotar que la propuesta
construida en base a una ley y a determinados comportamientos políticos, ha
incorporado a su organicidad en distintas coyunturas, tanto a la derecha como a
sectores de izquierda.
Dicho
de otra manera, ya que la impunidad empezó en determinado momento a hacer agua,
los intereses de abordar un tema que se pensó cerrado después de 1989 hicieron
coincidir a sectores hasta ese momento muy distantes. Eso ocurrió, a fin del
siglo pasado, cuando Jorge Batlle se aprestaba a asumir la primera
magistratura. A partir de esa coincidencia – en la necesidad de lograr una
salida al tema de los desaparecidos -, se construyo una organicidad donde sus
integrantes realizaron sus previsiones y en función de ellas establecieron
niveles de acuerdos que se materializaron tanto en la delimitación de los
objetivos, como en los que creía que
serían los medios adecuados para lograrlos.
Cuales
fueron los elementos de previsión política que realizó la política de la
administración Batlle?
El
principal operador de Batlle en ese aspecto, así lo expresaba:”el Presidente Batlle y su entorno lo que percibió, fue que había, a
nivel nacional, pero incluso a nivel regional y el mundo... Estaba la aparición
del juez Garzón, la detención de Pinochet; en Argentina había varias causas que
se habían vuelto a abrir; había varios exhortos pidiendo la extradición de
militares uruguayos en danza. Había algunos familiares, que habían presentado
una denuncia en Italia (…). La percepción que había en este tema, que a la
salida de la dictadura había quedado cubierto por esa especie de amnistía
recíproca que se habían dado los uruguayos (…), no había tenido un final feliz
ni completo”.
Efectivamente, no había tenido un final. Ni feliz, ni infeliz, era
un tema que continuaba planteado y que amenazaba con afectar las políticas de
impunidad, objetivo planteado desde 1986 con la aprobación de la ley de
caducidad. Una ley de impunidad – que a diferencia de otras instaladas en la
región -, había puesto en manos del Poder Ejecutivo de turno la llave para
cerrar cualquier intento de mellar la impunidad de los militares. El escenario
que empezaba a desarrollarse a nivel de los avances en el plano internacional,
acotaba los márgenes de acción internos.
Y
cuales eran las previsiones políticas que se realizaban sobre la coyuntura
política, a los efectos de delinear la acción en ese terreno. Se visualizaba
que: “ya hacía quince años
que se había salido de la dictadura. Siempre se dice que el tiempo ayuda a que
las cosas tengan su cicatrización, o pierdan su sensibilidad extrema y puedan
ser tratadas (…) En la opinión publica uruguaya, el tema de los desaparecidos,
era un tema que le llegaba a una minúscula parte, no era un tema que le llegaba
a la gente (…)Los uruguayos no tenían la dimensión del tema, pero tampoco
creían, (…) que el tema de los desaparecidos, que eran 26 personas, y algunos
cientos en Argentina, justificaba que el gobierno le dedicara mucho tiempo”.
Toda
previsión política debe también individualizar los eventuales o reales
adversarios: “los
organismos de derechos humanos, algunos de ellos, lamentablemente, confunden
las cosas porque un poco las quieren confundir, (…) y hay organismos de
derechos humanos, que viven y , porque existe el tema pendiente. Entonces,
siempre lo están dando vueltas (…) los
agitadores profesionales, los que viven de estos temas (…).Los que están en la Secretaría de derechos
humanos del PIT –
CNT, los que están en el grupo HIJOS, que son los más radicalizados. No forman
parte de los desaparecidos, sino de muertos, los que vienen del PVP (…). Recarei era un tirabombas, un loco que quiso venir de prepo, que como
sabia que tenia diez días de suplencia en un juzgado, quiso en diez días violar
todas las normas de procedimiento habidas y por haber, no notificaba las cosas,
actuaba de prepo…”
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