(Escrito para la pag web de la Administración Nacional de Correos)
María del Carmen Almeida de
Quinteros nació en Montevideo en el hospital Pereira Rossell el 3 de agosto de
1918, Vivió sus primeros años en el barrio de la Unión, en la calle Cabrera
entre Comercio y Gobernador Viana. Fueron sus padres Horacio Almeida y Cándida
Buela, una familia modesta de trabajadores. Fue bautizada en la Parroquia de
San Agustín de la calle Industria 2462.
Cuando nace Tota, su padre que
era guarda de tranvía, estaba participando en una huelga general del
transporte.
En julio de 1922, cuando tenía
tres años fallece su madre y va a vivir con una tía paterna, en la calle
Bulevar Artigas y Lorenzo Fernández, donde se cría junto a dos primos. A los 6
años ingresó al colegio de las hermanas Dominicas de la calle Rivera, junto con
su hermana mayor Coca. Allí recibe educación primaria y secundaria, que culmina
en el año 1935 y empieza a trabajar en la tienda London Paris, en tareas
administrativas.
Como le hubiera gustada ser
maestra, y no pudo terminar sus estudios, trabajó desde 1937 a 1964 como ayudante de
maestra corrigiendo deberes en el colegio.
A los 26 años se casa, el 7 de
diciembre de 1944 con Roberto Quinteros, un joven ocho años mayor que ella que
trabajaba como despachante de aduana, y se queda a vivir en el mismo barrio,
Brazo Oriental, en la calle Municipio casi Gualberto Méndez.
Nueve meses después nace
Elena, su única hija. Por el año 1948, cuando Elena tenía 3 años, se mudan al
barrio Jacinto Vera, en las calles Guadalupe y Cufré. Tres años después vuelven
a la calle Municipio.
El 10 de diciembre de 1965
muere su esposo Roberto. En mayo de 1966, Tota recibe del Consejo del Niño un
bebé recién nacido, Robertito, a quien cría como cuidadora particular hasta el
año 1975.
Tota era una madre absorbente
con su única hija. Todos pensaban que si a Elena le pasaba algo se moriría. Con
el tiempo, todo se fue modificando. Como otras madres, fue ‘pidiendo un lugar,
ocupándolo, ganando en autonomía, aunque la protagonista era Elena. Ver su
lucha de años después, las mil cosas que hizo, realmente sorprende su
crecimiento.
En 1972, con 54 años Tota le reclama
a su hija Elena que quería compartir sus actividades políticas y sociales,
quería ser también una militante. Pese a las negativas de se hija Elena,
finalmente, Tota logró que fuera atendido su reclamo. Viviendo en la calle
Municipio su casa sufrió cinco o seis allanamientos. En su otro domicilio en la
calle Carreras Nacionales, tres veces fue allanado su domicilio y otras tantas
cuando vivió en el Prado. Contaba Tota: “Yo nunca viví aquella lucha como una
‘rebeldía juvenil’ ni nada parecido, lo vi y lo viví como algo muy serio y
profundo, lleno de valores y de esperanzas aun con los riesgos que se corrían y
de los cuales sabíamos muy bien, aunque a veces uno no ve en el ojo de la
tormenta las dimensiones exactas del huracán. Pero ni antes de incorporarme, ni
después lo vi así. Lo vi como la visión de los muchachos y después mía, de un
país que se nos estaba yendo de las manos y que después, con todo lo que
sufrimos, con todos los presos, los torturados, los desaparecidos, pudimos
cruelmente comprobar. El país estaba en una lucha continua”.
El 27 de junio de 1973, se instala la dictadura cívico
militar en Uruguay.
El 2 de abril de 1976, a instancias de Elena
que se encontraba actuando desde la clandestinidad contra la dictadura, abandona
el país y se radica en Argentina donde obtiene la carta de refugiada ante el acnur.
El 28 de junio de 1976,
integrantes de los servicios de la dictadura, secuestran del interior de la
Embajada de Venezuela, a su hija Elena.
Ese año, en que se inicia la
represión contra el pvp en
Argentina y Uruguay, vive en Buenos Aires con Rúben Prieto y su familia.
Cuando se producen los
secuestros de junio y julio de 1976, Tota cumple un papel que posteriormente será
muy importante para la ubicación de uno de los dos niños que desaparecen en
esos operativos.
Después de la segunda ola de
desapariciones en septiembre y octubre del 76, Tota abandona Argentina por
intermedio de Naciones Unidas. Llega a Suecia el 8 de octubre de ese año. Fue
alojada en Alvesta y luego va a Estocolmo. Aún no había terminado de instalarse
cuando el 29 de octubre escribe una carta al gobierno sueco reiniciando las
gestiones por Elena.
Esa mujer humilde de casi 60
años no podía imaginar entonces los miles de quilómetros que debería recorrer
por el mundo, el número de puertas que debería golpear y el fundamental papel
que tendría que jugar de futuro.
Posteriormente pasa a vivir
en Paris, desde donde comienza a despegar una intensa actividad. Participa de
la fundación de afude (Asociación
de familiares de uruguayos Desaparecidos). Representa a pax romana ante onu.
Viaja innumerables veces a Venezuela con el fin de evitar el restablecimiento
de relaciones diplomáticas ente la dictadura uruguaya y Venezuela.
Reinstalada
la democracia en 1985, junto a la Secretaria de DD.HH del PIT/CNT realiza
innumerables denuncias ante la justicia, logrando establecer el derecho a la
verdad en un recurso de amparo, y la primera prisión de un integrante de la dictadura
por el secuestro y desaparición de su hija. Es electa Edil Departamental de
Montevideo y preside la Junta Departamental de Montevideo. Integro la Comisión
de Organización de la Comisión Nacional pro-Referéndum contra la ley de
Caducidad.
Sus
últimos años los vive en covitea,
una cooperativa de viviendas por ayuda mutua en el barrio de La Teja. Tota fue
una cristiana creyente y practicante hasta sus últimos días y una militante
política del Partido por la Victoria del Pueblo.
El
23 de diciembre es internada con un
quebranto de su salud y el 7 de enero del 2001, fallece a los 82 años, sin
saber la verdad sobre el destino de su hija. Su sepelio, acompañado por miles
de personas se realiza en la casa del Maestro, el sindicato al que perteneció
su hija Elena.
Raúl Olivera
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