viernes, 26 de julio de 2013

UN SOLO DEMONIO:, LA BATALLA SOBRE LA VERDAD A 40 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO

UN SOLO DEMONIO:, LA BATALLA SOBRE LA VERDAD A 40 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO.
(Publicado en Revista "Compañero".Julio 2013)

Muchos consideran más apropiado resaltar en este aniversario, la huelga general, que al golpe de Estado. Y lo fundamentaran en la importancia que esta tuvo, como respuesta desarrollada por el movimiento popular uruguayo a la consolidación del autoritarismo cívico-militar. Y por si eso fuera poco, podrían decir, que golpes de estado del mismo cuño, hubieron muchos en América Latina en ese periodo histórico. Y qué lo novedoso, fue que en ningún país existió una resistencia popular mediante una huela general que se extendió por muchos días con ocupación de los lugares de trabajo por parte del movimiento obrero y los centros de estudio por parte del movimiento estudiantil.
Pero lo que sucede, es que cada día de esa huelga, esta registrada. Es indiscutible, está fuera de todo cuestionamiento que la entronización del autoritarismo cívico-militar enfrentó una resistencia popular y que esa resistencia se extendió luego que se levantara la huelga general en el país y fuera de él. Lo que a partir de la extensión del terrorismo de estado a todos los niveles de la sociedad uruguaya, fue y es objeto de una lucha por la verdad, es la esencia misma de ese terrorismo de estado.
La Lucha por desnudar esa esencia del terrorismo estatal de la dictadura, mientras esta existió, y aún luego de conquistadas las libertades democráticas, tuvo sus etapas, sus prioridades, su proceso y su dinámica. Desenmascarar ante el mundo lo que ocurría en todas las dictaduras encaramadas en los países de nuestra América, fue un aspecto esencial de la lucha política por el retorno de las democracias en el cono sur.
Producido el retorno de las democracias, cuando había que saldar el pasado con verdad y justicia, otras fueron las etapas, las prioridades, los procesos, sus dinámicas, y sobre todos sus dificultades.
No todas las corrientes de la izquierda latinoamericana, en sus comienzos entendieron a cabalidad el significado profundo de las batallas que se desarrollaron con los testimonios de la s victimas, las campañas a lo largo y ancho del planeta, y sobre todo la articulación de esas acciones con el vasto movimiento humanitario existente, sobre todo en Europa. Entender adecuadamente que no se trataban las denuncias de violaciones a los derechos humanos, de un mero instrumento de lucha política, significaba un cambio profundo en una cultura dominante en la izquierda. En muchos de esos sectores, ese cambio cultural, se produjo trabajosamente. En otros aún hoy tienen dificultades para asumirse.
Instaladas las democracias en complejos procesos de transición, la incomprensión de la importancia de la continuidad de la lucha por los derechos humanos como parte de la profundización democrática, empezó a marcar diferencias en la propia izquierda. En sectores de los partidos tradicionales de activa oposición a la dictadura, salvo por algunos desprendimientos de sus filas de algunos de sus dirigentes y muchos de sus hasta entonces votantes, supo reagrupar sus filas en el campo de una política en este tema de marcado cuño conservador.
Sin embargo, en el terreno de la izquierda el peso de la militancia de base y la acción efectiva de algunos grupos de la izquierda, logró –no sin dificultades-, que esas visiones, transitoriamente se vieran neutralizadas, aunque no superadas.
En ese escenario, la teoría de los dos demonios, funcional a perspectivas históricas sobre el pasado reciente tanto de derecha como de algunos sectores de la izquierda, dificulto y dificulta aun en nuestros días el desarrollo de una batalla efectiva sobre la verdad histórica.
En ese escenario político de los dos demonios, no solo la derecha se ha sentido cómoda. Esa teoría y la determinación política de la verdad instalada con la ley de caducidad y sus consecuencias, cerró un círculo en que la verdad de nuestro pasado reciente quedó librada a una correlación de fuerzas política en el campo de las ideas, donde, como dijimos, una teoría de los dos demonios fuue funcional a unos y a otros.
Pero la verdad envilecida por la teoría de los dos demonios, no pudo ocultar que en el Uruguay hubo un golpe de estado que instaló una dictadura. Y que a partir de ello, se desplegó un escenario de la lucha política, ética y cultural, entre democracia versus dictadura. Y que esa la lucha democrática, sigue hoy en torno a la verdad sobre nuestro pasado como plataforma factica sobre la que se asienta la realización de un inexorable proceso, tarde o temprano, de Justicia.
Desde el asesinato de Ramón Peré en pleno desarrollo de la Huelga General hasta el asesinato del Dr Vladimir Roslik en las postrimerías de la dictadura, y en el periodo previo a la misma, se desarrollo un proceso que es sano para las generaciones futuras, sacarlo de las determinaciones historiografía política o las dos verdades “folkloricas” de cada uno de los demonios. Aunque aún no lo haya asimilado una parte de la izquierda, en los expedientes judiciales se está instalando, trabajosamente, una dimensión importante de nuestra historia.
Un capitulo de ella – pero hay unas cuantas más -, esta escrita, por ejemplo, en la sentencia que condeno al General Dalmao por el asesinato de Nibia Sabalzagaray. Allí. Además de hacerse justicia se laudo una de las batallas sobre la memoria y la verdad. Allí se infligió una contundente derrota al sostenido esfuerzo desarrollado por las fuerzas armadas, intentando instaurar una suerte de “verdad” abiertamente reivindicativa del comportamiento y la acción de la dictadura.
Un ejemplo de ello puede encontrarse en la versión sobre la muerte de Nibia Sabalzagaray recogida en el expediente de la justicia militar. Sobre esa verdad de la justicia militar, dice hoy la justicia ordinaria: “Las actuaciones llevadas a cabo a consecuencia de la muerte de Sabalzagaray, y respecto de ellas no podemos soslayar la franca pobreza investigativa, que no reconoce otro motivo que el interés de las autoridades de la época de no dejar al descubierto la verdad de lo acontecido”.
Desenmascarar esa suerte de versión bastarda de la dictadura, necesito desarrollar, tanto una batalla desde el ámbito académico, como desde el ámbito de la acción del sistema judicial, donde se establecieron en importantes sentencias las plataformas fácticas en que se fundamentaron las pretensiones punitivas de las fiscalías y los procesamientos y condenas de los militares, policías y civiles. Unas y otras investigaciones –históricas y forenses -, contribuyeron a desarmar la visión de las fuerzas armadas y de algunos sectores civiles.
En esas batallas sobre la verdad y la memoria, las iniciativas que encargaron el cumplimiento del artículo 4to a los fiscales militare; y la verdad “posible” pergeñada desde la Comisión para la Paz, no eran solamente intentos de consolidar la impunidad de la pretensión punitiva del Estado, sino también asegurar la impunidad sobre una verdad sustancial, aquella que puede afectar la libertad de un individuo.
Pero esa batalla no se detiene en las sedes judiciales. Allí también se desarrolla. Un tribunal de Apelaciones, por ejemplo, consideró que el informe de la Comisión para la Paz, “proporciona la certeza de lo ocurrido, de la desaparición e inclusive la fecha aproximada del fallecimiento, el cual además de ser publicado en el Diario Oficial(…) fue recogido en el decreto del Poder Ejecutivo No. 148/03, donde éste asume que las conclusiones finales del mismo constituyen la versión oficial sobre la situación de los detenidos desaparecidos durante el régimen de facto”. Cuestionado esa visión, la SCJ, determino que “al día de hoy, por cuanto la “información oficial” dada por el Gobierno no puso fin a las dudas sobre los hechos y destino final del desaparecido”. Y en el mismo sentido el Fiscal de Corte opinó que: “la investigación administrativa realizada por el M.D.N. carece de la garantía de independencia e imparcialidad, debiéndose concluir que sigue estando pendiente”.[1]
En esas sentencias, se establece una importante dimensión de la verdad, la denominada “verdad forense”, aquella que establece responsabilidades a partir de la construcción de lo que se denomina “plataforma factica”. Esa verdad de los hechos no es una construcción sobre la que se pacta la reserva de las fuentes, como en el caso de las averiguaciones de la COPAZ, o las investigaciones de las propias fuerzas armadas. No es el producto de una simple labor intelectual – aunque muy importante-,de las investigaciones encargadas por la Presidencia de la República a la UDELAR.. No es la visión solitaria y antojadiza de un juez penal o un integrante del Ministerio Público y Fiscal, sino que es el resultado de un proceso largo y complejo que incluye testimonios, pruebas por informes, declaraciones de los imputados, pericias, etc. Proceso donde unos y otros –victimas y victimarios-, controvierten sus visiones, y que en este y otros casos, también puede ser objeto de un reexamen de tribunales de apelaciones.
Se trata en resumen, de una construcción de la verdad, donde solo hay eventualmente, un solo demonio. En esa VERDAD, se construye un marco histórico en el que se encuadran, por ejemplo, el homicidio de Sabalzagaray.
En esa y otras sentencias, se resume para las generaciones futuras, la visión de un Poder del Estado sobre nuestro pasado reciente y las particularidades de cada caso de violación de los derechos humanos. Este aspecto que queríamos rescatar, nos plantea un problema sobre el que será necesario reflexionar y tomar las iniciativas que correspondan. El paso del tiempo y la inacción del sistema judicial, lleva a que en algunos casos la acción penal y por consiguiente el establecimiento de esa “verdad forense” se vea interrumpida por ausencia (fallecimiento) de eventuales imputados. Salvo acciones judiciales en torno al derecho a la verdad o la puesta en funcionamiento de verdaderas “Comisiones de Verdad”, pueden sobre esas situaciones particulares, resolver este importante aspecto.
También las irrupciones de hechos, como las cartas de un connotado traidor, y las reacciones que generan, pueden llevar a descentrar los debates que hoy importan
       
Raúl Olivera



[1] Decisión interlocutoria de la SCJ, en autos caratulados: “VALIÑO DE BLEIER, ROSA Y OTROS C/ MINISTERIO DE DEFENSA NACIONAL. HECHO, OMISION - CASACION”, FICHA 2-17707/2008.

No hay comentarios:

Publicar un comentario